Hago cinco columnas semanales desde hace casi 15 años, más o menos 4 de esas de 5 columnas semanales -unas 170 de las 215 anuales-, suelen ser de temas locales, de Navarra, Pamplona, etc. Por tanto, estoy obligado a cuando menos leer la prensa local, ver las fotos, las imágenes, las declaraciones y toda la procesión. Después de todos estos años y esa bastante atenta mirada diaria, ayer me enteré de que la persona que aparece en el cartel nº 8 que opta a ser el cartel de San Fermín es, entre otras muchas cosas, número 3 de EH-Bildu al Congreso de los Diputados, una ignorancia que será general, puesto que el 99% de los pamploneses mirando el cartel ni se enterarían. UPN ha puesto el grito en el cielo porque esto sea así, cuando es un jurado técnico el que elige los carteles finalistas y, además, lo que se elige es el cartel, sin importar quién aparece en él. Dice UPN en su paranoia que ese cartel “contribuye a propagar a la candidatura abertzale a las Cortes” y que además va recibir muchos votos de los simpatizantes de EH-Bildu. Hay que estar muy del tarro para pensar eso, pero si no existía ese riesgo quizá ahora sí que lo hayan alimentado con su surrealista queja, aunque tampoco lo creo. La persona que aparece en el cartel tocando el chistu mientras la giganta Braulia, la negra, baila y ríe, lleva 25 años siendo la txistulari de esa giganta y el autor o autora de ese cartel consideró que ese era el motivo de su apuesta, imagino que mucho antes incluso de que se supiera que la una de las protagonistas del cartel iba en el puesto nº 3 al Congreso, puesto que por otra parte no supone nada porque no va a salir elegida. Pero es lo de menos: para el gran público, su cara es la de una perfecta desconocida y mucho más tal y como está plasmada en la imagen: de medio lado y en pequeño tamaño. Son ganas de buscarle 3 pies al gato y de hacer el ridi pero bien.