El martes murió Terry Jones. Posiblemente a muchos no les diga nada el nombre. Hay muchos Terrys y muchos Jones. Imagino que la cosa cambia si les digo que quien murió fue la madre de Brian: "¡A adorar a otra parte!", "¡No es el Mesías, es un chico muy travieso!". Terry Jones, la madre de Brian, el director de La Vida de Brian, el integrante de los Monty Python, una de las cúspides si no la cúspide del extraordinario humor británico, llevaba mucho luchando contra la demencia y finalmente sucumbió el martes a los 77 años. Hay un vídeo particularmente emocionante en youtube, el de los 2016 Cymru Awards, la academia galesa de Cine y Televisión, en el que Jones recibe un premio a su trayectoria y tiene que ser su hijo el que da la gracias, al lado de un padre que ya no es capaz de hablar, pero sí sentir y mostrar a través de su rostro el agradecimiento por la inmensa muestra de cariño y afecto que le está ofreciendo un auditorio puesto en pie que no para de aplaudir. Porque hay mucho que agradecer a los Monty Python, a los ya fallecidos Graham Chapman y ahora Terry Jones, y a los aún vivos y coleando Terry Gilliam, John Cleese, Eric Idle y Michael Palin. Hay que agradecerles la extraordinaria Vida de Brian, un monumento al descojono, una obra maestra eterna, pero también Los caballeros de la mesa cuadrada, El santo grial, El sentido de la vida, el Flying Circus, los cientos de scketch, el funeral que le hicieron a Graham Chapman o los 10 espectáculos de despedida que hicieron en 2014, tras 34 años sin actuar juntos, el primero de los cuales vendió sus 20.000 tickets en 43 segundos, lo que les llevó a pasar de un único show a 5 y luego a 10. Fue su última actuación conjunta, a la que pusieron el apellido Uno fuera, cinco en pie. Ayer sus compañeros se despedían de él con enorme cariño y el mismo mensaje: Dos fuera, cuatro en pie. ¡A adorar a otra parte, Jones!