No sorprende en exceso la marejadilla hecha pública estos días pasados y que es la que se vive en IE-Batzarre, con el sector afín a la secretaria general y única parlamentaria, Marisa de Simón, partidario de abstenerse en la votación de los Presupuestos de Navarra, y el de Batzarre y algunos más, partidario de apoyarlos. Hace poco se publicaba una carta en la que estos afiliados explicaban que, con todos sus defectos, a su juicio estos presupuestos apostaban por líneas clave. Ya antes de las anteriores elecciones forales hubo distintos pareceres acerca de si era o no conveniente una fusión electoral con Podemos, descartada finalmente. Como se recordará, IE alcanzó representación parlamentaria por los pelos, logrando superar por apenas unas decenas de votos el 3% legal que permite tener representación, un trance que de no haber superado hubiese supuesto su desaparición del parlamento navarro por vez primera desde 1987. Cada formación, como es sano y deseable, gestiona sus decisiones como mejor considera y quizá con estas decisiones De Simón y compañía consideren que marcan terreno y distancia con el poder establecido -no forman parte del Gobierno pero sí del acuerdo programático- y de esta manera recuperar algo del terreno electoral cedido tanto por ellos como por Podemos de 2015 a 2019. Quizá lo que ocurra sea lo contrario, que sigan descendiendo en apoyos, nunca se sabe. O que en el bastante tiempo de legislatura que aún resta sean capaces de llegar a algún entendimiento electoral con Podemos, tal y como sucede a nivel nacional, algo que no se alcanzó en mayo pasado y que casi sitúa a IE-Batzarre fuera del Parlamento. Y, lo verdaderamente importante, casi fuera a más de 10.000 votos de navarras y navarros. Veremos si esto acaba en una huida hacia delante -no tiene por qué ser malo en sí mismo- o en una reformulación global ante tantos riesgos asumidos.