lo que leí, en Navarra estamos ya en fase 3, aunque como tal comienza el lunes 8. Si hay suerte, el 22 estaríamos ya en puestos de Champions. No sé, está bien -está muy bien- para todos que se vaya sacando la cabeza, pero sin perderla. No hace falta solo mirar a las cifras de fallecidos, sino a la de damnificados: en su salud, economía, etc, etc, etc. Pero fase 3. De la hostia. En casa, Luka y yo y su madre seguimos en fase Menos mal que nos podemos apañar, porque si no no sé cómo se hace esto y con esto me refiero a poder estar con los hijos y a la vez con el trabajo y si no puede ser no verse casi obligado a dejarlos con los mayores, si es posible, claro. Y a esto no se le ha hincado del todo el diente, la verdad, mientras además seguimos leyendo poca cosa y poco concreta acerca del próximo curso. He sacado cuentas: llevan en casa los últimos 53 días lectivos, desde que el 13 de marzo ya se diese la opción de no acudir a los colegios. Nos queremos hasta más allá de Orion, pero, como comprenderán, no nos hemos sacado -metafóricamente- los ojos en ocasiones de puro globo. Y eso es lo de menos, forma parte de la experiencia de ser padres y ser hijos, sino ver y sentir que a esas edades -críos y crías de menos de 10 años, pero ya muy autónomos- el contacto social con sus iguales, profesoras, actividades, etc, es una maravilla para la inmensa mayoría. Reconozco que más de un día y de dos cuando les veo conectarse vía ordenador con el profesorado se me nubla la vista. Y no porque ellos estén mal, se les ve muy bien, sino porque los mayores -al menos yo- andamos con ese miedo de a ver si en septiembre esto por fin se puede llevar a cabo y esta gente pueden volver a ser niños y no solo "vectores de transmisión" metidos en casa, con los parques cerrados -mientras los padres nos empapuzamos de rabas en las terrazas- y hablándose entre ellos por una puta pantalla.