reo que ya lo he dicho otras veces, pero a mí la cosa esta casposa de la noche con el gorrón en las televisiones me sabe a nada si antes no echan el Torneo de Navidad de Baloncesto del Real Madrid, partido entre el cuadro local que guarda, resume y condensa las esencias patrias y el, por ejemplo, Macabbi de Tel Aviv, todo ello en el viejo Pabellón de Deportes con RTVE en directo y Héctor Quiroga a la retransmisión y en la cancha los Corbalán, Rullán, Iturriaga, Martin, Brabender, Romay, Berkowitz, Aroesti, etc. Allá la España entera tragándose todo aquello por la pequeña pantalla en su inmensa mayoría en blanco y negro y los gritos de ¡Hala Madrid, Hala Madrid! que solía soltar un tipo con megáfono y el Que Viva España que también sonaba hasta que terminaba, un poco de noticias y luego el emérito el que hemos tenido nosotros de aguantaros explicándonos unas cuantas cosas, a saber antes de qué o después de qué. Eso era un país, joder, no esta cosa de ahora, que las mitades o más ni veréis al vástago y ni mucho menos si lo veis os importará un carajo: habéis perdido la inocencia. Y lo que es mucho peor, la ilusión. Y eso es imperdonable, coño, si de algo se trata precisamente esto del 24 es de o bien seguir lo que larga y comentarlo y darle su importancia o bien todo lo contrario, no seguirlo pero hacer saber -para eso están las redes sociales- que no lo has seguido y que todo te parece infame y blá blá. Vamos, tomar partido, mear cada uno su árbol, marcar territorio, que se note. Lo inadmisible es esa masa de gente que estará abriendo latas con la tele apagada y no solo con la tele apagada, es que ni se acuerda que dan eso en la tele y que cuando le preguntan al día siguiente si lo vio contesta con total sinceridad que ni sabía que lo echaban. Esa gente no hace país. Podrían ser suecos. Feliz noche, no se atraganten con las uvas. Porque ¿eso es hoy no?