5.675 cigarrillos que no me he fumado más tarde, aquí estoy. Eso son unas 450.000 caladas o como digo 45.675 cigarros o unos 2.283 paquetes o 1.827 días o 5 años enteros. Aproximadamente también son unos 10.000 euros. El 14 de enero de 2016 dejé de fumar tras 26 años y medio haciéndolo y por ahora no he vuelto a caer, aunque también digo de broma que igual si llego a los 70 me reengancho. A diferencia de lo que creía antes de dejarlo, no es en los momentos en los que estoy nervioso cuando lo echo de menos, sino cuando creo que a la escena le falta el cigarro para que sea casi perfecta. El cigarro antes de que lo pruebes es una idiotez supina, pero cuando lo pruebas el cabrón es muy poderoso y te mete en una espiral demoniaca -y amoníaca- de la que según cómo sean tus células de resistentes a las adicciones cuesta mucho salir, si se sale. Así que es mejor no caer, como es mejor no caer en el 99% de las drogas -por supuesto el alcohol incluido, por lo aceptado socialmente que está y lo arrasador que puede llegar a ser, ahí están las estadísticas- si nos atenemos a la realidad. Sí, hay muchos ejemplos de personas que conviven con ellas y sobreviven y a todos nos llama el lado oscuro y salvaje de la vida, pero no se suele elegir cómo te relacionas con ellas. Lo suelen elegir tus células y luego tú te tienes que pelear con ellas a hostia limpia y con toda tu alma para tratar de salir de ahí. Dejar de fumar es difícil, muy difícil para algunos y casi imposible para otros. Lo mismo sucede con otras batallas. Así que si están inmersos en alguna de esas batallas -tan habituales a comienzos de cada año-, ánimo y no se fustiguen más de la cuenta si no salen todo lo bien que creen. Dense aire hasta que cojan impulso para el siguiente intento y no tengan muy en cuenta a quienes no saben qué es pasar por ahí: no han librado guerras de esas en las que cada hora es un mes. ¡Ánimo!