na de las cosas chungas de escribir es encontrarse con personas que no saben leer. Gente que pone sus ojos sobre las letras pero que si se siente atacada es incapaz de analizar con cierto temple lo que lee y que confunde por completo los términos de lo que se ha escrito. Es cierto que cada persona comprendemos de manera diferente una misma cosa y que incluso comprendiéndola de igual manera luego la podemos interpretar diferente, pero no tiene un pase que si yo critico -enfadado, acertada o equivocadamente- una actuación de Policía Foral -tiene muchas fantásticas- te salten unos cuantos a soltarte que si te metes con ellos, que también están hartos o que qué culpa tiene la cuadrilla que hacía el control en las puertas de Senda Viva -que fue el tema del artículo de ayer que tanto molestó a algunos del cuerpo, al menos en redes sociales- de que les mandaran allá. Pues de la lectura del texto se desprendía sin duda: ninguna. La crítica iba y va hacia los mandos que a mi juicio aplican un exceso de celo en la vigilancia de una norma -el cierre perimetral de Navarra- precisamente en un punto de llegada de miles de personas cada día en Semana Santa que a lo único a lo que aspiran es a pasar unas horas de ocio y tranquilidad. ¿Es el fin de los días un atasco de media hora? No, ni mucho menos, pero sí se puede criticar y es labor de la prensa hacerlo si consideramos que en nada mejoran la situación de una epidemia determinadas acciones. En su mosqueo, incluso me echaban en cara que si no ayudo en nada, que si hay 1.000 muertos. Vamos, ayudar es solo decir amén a todo, no poder criticar aunque sea con mosqueo la labor de funcionarios públicos -de los mandos- y supeditar todo a que si la pandemia, etc. Nunca me quejo de cosas que me pasan a mí solo. Esto les ha sucedido mínimo a 20.000 personas. A eso se dedica también la prensa, aunque se equivoque.