El sueño dorado de algunos es ver el euskera en un museo, metido en una vitrina bajo cuatro llaves y mejor aún si es en una cripta. Para todos ellos tengo una propuesta fantástica: la exposición que han organizado con motivo del 50º aniversario de la revista Fontes Linguae Vasconum. Se llama Tesoros de Papel y se puede visitar en la cripta del Archivo General hasta el 31 de marzo. Lo único que lo que verán allá no será el euskera definitivamente sepultado, sino sólo un buen puñado de documentos y testimonios del pasado de esta lengua, a excepción de la propia revista ahora remozada y adaptada al siglo XXI. Sería muy interesante que la visitaran para que comprobasen cómo el euskera no es un producto importado de no se sabe dónde y que, aunque haya sido una lengua ágrafa, ha dejado las suficientes muestras aquí y allá como para poder constatar que se ha hablado aquí desde ni se sabe cuándo. Gracias a los documentos se sabe también que era de uso común no sólo entre labriegos y pastores sino también entre la nobleza, como muestra la carta del siglo XV entre dos altos cargos de la administración de Carlos III el Noble. Y también esta exposición les vendría bien para que conocieran cómo era la época en la que nació Fontes y qué esfuerzos se hicieron desde la Diputación Foral a través de su Sección de Fomento del Vascuence para recuperar y fortalecer esta lengua. Sí señores Esparzas y señoras Beltranes, sí: la propia Diputación premiaba con cartillas de hasta doscientas pesetas a las niñas y niños que sabían hablar en euskera, y también a los profesores y sacerdotes que fomentaban el uso de la lengua. Lo de la euskarafobia rabiosa de ahora es un invento moderno.