ari Carmen, ya sé que acabamos de llegar y que nos ha costado una eternidad aparcar, pero recoge la toalla, deprisa, que llega la pleamar", le dijo Puy a su amiga. "Y eso qué es?", preguntó Mari Carmen entre preocupada e intrigada. "Pues la marea alta. Y ya sabes que este verano aquí en la Concha el Ayuntamiento donostiarra ha decidido cerrar la playa cuando sube la marea porque se queda casi sin arena y no puede estar toda la gente amontonada como otros años. Así que coge los bártulos y vámonos a dar una vuelta. Luego miramos a ver cuándo toca la siguiente subida y así hacemos el plan de la tarde. Porque pleamares hay dos al día. Pero es que además no son siempre a la misma hora. Entre ellas sí que hay siempre 12 horas de diferencia, pero cada día son, más o menos, entre media hora y una hora más tarde que el día anterior. Y luego están las mareas vivas que son dos veces al mes y son las que se comen prácticamente toda la playa. Todo eso depende del influjo de la luna y el sol y del movimiento de la Tierra, y ya sé que estás pensando que en Cambrils no ocurre esto y que allí también hay luna, pero lo que pasa es que el Mediterráneo es un mar pequeño y cerrado y no hay tanto meneo de corrientes como aquí. Pero tú tranquila que se pueden consultar todos los horarios en internet y en la aplicación que han sacado para controlar el aforo de los arenales, o sea las playas. Así que vámonos. Ah, y sin ducharnos y con los bolsos a cuestas porque los vestuarios están cerrados. Y a ver qué colas nos toca hacer ahora para echar un pintxo en lo Viejo. Mira, ya avisan por megafonía para que vayamos saliendo. ¡Corre antes de que se peten las rampas!".