o no sé qué pecado hemos cometido para que nos pasen tantas cosas a la vez: en pocos días hemos tenido el episodio de lluvias más extremo de los últimos cincuenta años, inundaciones y a continuación una niebla eterna que se te entumece día y noche. Un mes sin ver el sol prácticamente. Y además el COVID disparado, cientos de personas confinadas, Navarra top-top, y encima no nos han tocado ni las migajas de la lotería...

No parece que haya por la calle demasiado espíritu navideño. Ni alegría. Ni ganas de muchas celebraciones. Más bien estamos alicaídos y algunos enfadados con la vida, las circunstancias o las autoridades. Los Amigos de Olentzero, por ejemplo, cargaron contra el Departamento de Salud porque no prohibió ni permitió expresamente este tipo de actos. En fin. Cuesta tomar decisiones, pero no podemos estar todo el día esperando a que decidan por nosotros. A mí, la verdad es que me parece bien que salga y me parece bien suspenderlo, como la cabalgata de los Reyes. A estas alturas, argumentos a favor y en contra, todos los que usted quiera. Como con las mascarillas. Ya me da igual lo que manden. Además con la niebla que hay, sabe hasta bueno llevarla.

Dicen que la ómicron se contagia fácil, pero que no es muy cañera, al menos con las vacunas puestas y sin complicaciones de salud. Y si te contagias te estás unos días en casa, que si tienes la suerte de tener derecho a baja y el sustento asegurado y no tienes gente a la que cuidar, ni perro que pasear, ni circunstancias complicadas, pues a lo mejor es una oportunidad para descansar un poquito, aunque sea con mocos y dolor de cabeza. No sé. Lo veo todo gris. Gris plateado, pero gris al fin y al cabo. Quizá sea el primer síntoma del coronavirus...