uevos elementos en el mobiliario urbano de Pamplona. Corresponden al plan de adecuación reglamentaria de pasos de peatones. La intención es excelente: garantizar la visibilidad y, por tanto, la seguridad de los viandantes. Por fin se limpian de obstáculos cinco metros de esquina. Una vieja demanda. Vehículos y contenedores, una clara molestia para ver y ser visto. En algún diseño anterior de determinados cruces, ni siquiera se tuvo en cuenta la altura de la plantación vegetal en las jardineras. Los arbustos dificultan la visión del bosque de tráfico. El inventario suma 2627 pasos peatonales, incluidos los regulados por semáforo. Obras mayores -ampliación de aceras y estrechamiento de calzada- y obras menores -zona liberada y reserva de unas pocas plazas de aparcamiento para bicis y motocicletas-. Separadores bajos dibujan el contorno perimetral, que se cierra con vallas en la parte más cercana al paso de peatones. Estas "esculturas urbanas", muy convencionales en su diseño, adquieren diferentes formas según el trato recibido. Quizá debieran ser elásticas para recobrar su estado original a pesar de golpes accidentales. No todas se mantienen enhiestas, sobre todo en el caso de las exteriores. Las hay abatidas, las hay inclinadas, las hay escoradas. Todo un antiestético muestrario de posturas forzadas. La foto fija de un ballet metálico. Además, tarda en solucionarse, si se hace. Ya que su abundancia no embellece el paisaje urbano, cuídese al menos una impecable presencia. El mantenimiento anual será costoso. De momento, el Ayuntamiento ha actuado sobre 322 pasos de Rochapea-San Jorge (176), Ensanche (86), Iturrama-Azpilagaña (60). Seguirá a partir de mayo y durante catorce semanas (526 pasos). El coste de cada uno, entre 700 y 1200 euros. Si la uniformidad es la norma, el Ensanche presenta esquinas fuera de catálogo. Pamplona tuvo identidad propia en su mobiliario urbano de fuentes, bancos y vallas. Hoy es común y vulgar. Feo.