he joy of San Fermín es el riau-riau. Pamplona up, la campaña de bonos para comprar en el comercio local. La alegría de San Fermín, para la tarde de la víspera; Arriba los negocios de Pamplona, para ocasiones de depresión. En lenguaje de la calle, riau-riau y bonos. Sin mandangas anglosajonas. Comerciantes de Navarra reclaman en el Parlamento "un plan de choque y ayudas directas para el sector". A corto y medio plazo: "Ni más buenas palabras ni discursos vacíos". No parecen haberse enterado de que los políticos también son comerciantes. Del voto. Su balance: el año pasado las ventas se redujeron un 80% en sectores como ropa y calzado. Previsión, horizonte a cinco años: cuatro mil puestos de trabajo perdidos. Diagnóstico: su principal competencia es la venta online. La brecha digital castiga al sector. Eso dicen. También, claro, las grandes superficies centrales y periféricas favorecidas por las Administraciones Públicas. Las existentes y las previstas. Piden asimismo "revalorizar la figura del comerciante" mientras lamentan "la falta de reconocimiento de este oficio". En este punto tendrían que hacer autocrítica: en tiempos de bonanza, márgenes comerciales abusivos, rigidez de horarios y condiciones, cierta displicencia en atención al cliente. Los cambios vinieron provocados por la competencia, no por la voluntad de servicio. Lo de los bonos -Pamplona, Tudela- les merece valoración positiva y les gustaría más expansión territorial. La campaña del Ayuntamiento pamplonés sacó 421.212 euros en bonos para subvencionar las compras en un 30%. Más de 800 establecimientos adheridos, unos 200 más que en las campañas del año pasado. Aunque se habilita un plazo de vigencia, la compra de bonos es explosiva en su apertura. Discrimina en función de disponibilidad de acceso y tiempo en ese momento. Para ociosos conectados. Colapso. En tres horas, agotados. La campaña estimula la compra. Ayuda incluso a quien no lo necesita. Enfoque injusto.