Vamos al cine dando un paseo y en el camino nos paramos a leer unas cuantas frases escritas en el patio de una escuela. Si lo puedes imaginar lo puedes conseguir es una de ellas. Pues no te creas, no voy a detallar, pero a lo largo del tiempo me he imaginado unas cuantas cosas y con bastantes ganas y puedo jurar que no se han materializado. Ni la teletransportación ni otras más privadas.

Si la frase se refiere, por ejemplo, a la inventiva técnica, filosófica, social, artística o científica, habría otra redacción más adecuada, si lo hace a la propia capacidad de crecimiento y superación, también. ¿Nos pasan cosas porque no fantaseamos? Me choca esta literatura en un marco educativo. Crías y críos se enfrentan a dificultades, algunas desde bien pronto, y no basta la imaginación para superarlas, de hecho, muchas de ellas son consecuencia de grandes dinámicas ante las que una sola persona no puede hacer gran cosa por más imaginación que le eche.

La que me acompaña es de mi quinta y me mira y me pregunta: “¿Y a ti qué te parece esto?”. Contesto que no bien. Yo creo en la precisión. La precisión no engaña al interlocutor, en este caso a las criaturas que patean el patio y a las que la frase se les va a colar subliminal o conscientemente. O igual ya le han dado la vuelta y se ríen de ella. Eso sería lo más sano. Que un crío diga a otro: “El futuro es de quien cree en sus sueños(otra de las frases) y el otro conteste: “El cielo es el límite”. “¿Qué harías si no tuvieras miedo?”, podría añadir una mocosa que pasaba por allí y no ha podido evitar escuchar a sus compañeros. Cosas así, de nivel.