La foto de Miguel Blesa, expresidente de Caja Madrid y Bankia, del 2007 de cacería por Namibia lo dice todo de la corta distancia que va de la vida privada a la pública en este país. Su buena puntería le permitía gastar 9.000 euros de las famosas tarjetas black para dispendios más propios de millonarios excéntricos si no fuera porque las blackys formaban parte del saqueo continuo de una entidad financiera que, como otras muchas al servicio de los intereses del poder, daba dinero a sus amigos mientras dejaba en la calle a familias enteras en paro, y que recibió más de 23.500 millones de ayudas públicas. Pero esa foto dice mucho más. El ñu abatido o el elefante de Botsuana que cazó el rey Juan Carlos son símbolo de esa alma negra destruida desde fuera. Dos ejemplares en peligro de extinción, dos animales hermosos y poderosos pero derrotados por un rifle europeo. Y ese es de alguna manera el destino de África. Piedras preciosas que empresas europeas consiguen mediante acuerdos con bandas criminales y políticos corruptos, el coltán explotado al límite para móviles por compañías que no pagan impuestos a gobiernos que recortan en cooperación. Reservas naturales que pisan millonarios junto a hospitales que carecen de elementos tan básicos como electricidad. Niños muriendo de hambre junto a minas de oro... Para más inri no puede caer mayor estigma sobre el África negra que estar infectada por la nueva lepra del siglo XXI. No es casual que sean los african@s los que porten la nueva campanilla de apestados. Decía la madre Juliana Bonoha (integridad entre esa esfera privada y pública) que África es mucho más que la guerra, el hambre y las epidemias. Así es, pero la realidad es que se ven obligados a salir. Y llegarán, se irán y volverán después de visitar a sus familias africanas en este mundo globalizado, y por muchos controles en los aeropuertos que existan, habrá nuevos casos de ébola entre blancos. La enfermedad está ahí, es imparable y está esperando una respuesta allí, no aquí. Los protocolos deben existir entre el primer y el tercer mundo. Y se llama Ayuda, tarjetas black de las de verdad.
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