Más de 60 trenes salen y entran todos los días de la estación de San Jorge. Los vecinos de las calles adyacentes y los que bordean el paso a nivel de San Jorge saben de seguro que los raíles que pisan los convoyes de mercancía y los silenciosos alvias y aves que serpentean delante de sus portales lo harán por muchos años. Y sin problemas mira por donde. Los mayores ni se quejan del ruido que, al lado de los de vapor, como dice una viuda de ferroviario, “pajaricos” parecen de silenciosos. Ni ella ni nadie sabe nada del flamante Parque Residencial Camino de Santiago (tras sucesivas modificaciones hasta un techo de 9.000 viviendas), bendecido en 2013 y ralentizado en los tribunales por la plataforma anti-TAV. In the beginning, doce firmas constructoras navarras formalizaban en 2006 la compra de más de un 70% de los terrenos que ordenaría después el Gobierno para crear un gran parque empresarial y residencial con el que recibir al AVE. 8.000 viviendas en Etxabakoitz al calor de la nueva estación del AVE y otras 1.000 en la zona que se liberaba entre San Jorge y Buztinchuri. La terminal costaba 110 millones pero además le salía gratis al Adif que coló sus traviesas de San Jorge en el pastel inmobiliario. El megaplan Gobierno-Estado se aprobó en 2010 y se preveía que la estación comenzara a construirse en 2011. Hasta hoy... Esta misma semana los ayuntamientos de Galar y Cizur retomaban la artillería de alegaciones contra otro viejo monstruo, Guenduláin y 18.000 viviendas. Dos PSIS de un mismo reinado, el del ladrillo. Corría el año 2000 cuando un grupo de 20 empresas constructoras fichaba los campos de trigo junto a la Autovía del Camino para levantar una nueva ciudad del tamaño de Ávila. La filial de la ACP compró el suelo en 2005. Al poco el Ejecutivo lo adquiría vía concurso de suelo y se quedaba con parte de las viviendas futuribles a cambio de dejarles el negocio. Hay quien dirá que veo horribles gigantes donde sólo había molinos. O, quizás, solo pelotazos urbanísticos fallidos.