Anda estos días por aquí Lucio Urtubia. Glosar en estas líneas la vida de este célebre anarquista nacido en Cascante hace 83 años es imposible. Porque ya me dirán cómo se resume la trayectoria de quien desertó de la mili en 1954 por temor a pagar su robo en el almacén con la pena de muerte y que, afincado en París desde entonces, hizo su particular revolución con multitud de acciones, todas ellas encaminadas a ayudar a diferentes causas y nunca por lucro personal. Su mayor gesta fue colar en el mercado miles de cheques de viajes falsos que estuvieron a punto de tumbar el City Bank a finales de los 70, pero mucho antes ya era un experto falsificador de documentos, de los que nutrió a numerosos sinpapeles de entonces como él. De todo esto y mucho más habló este lunes Lucio en Pamplona ante el respetuoso silencio del público, ávido por conocer las aventuras y enseñanzas de quien dice ser “un privilegiado” y haber tenido “mucha suerte” en su azarosa trayectoria.
Lucio, que lleva a la Feria de Durango su libro Mi utopía de la vida, se permitió el lujazo de dar algunos consejos desde la autoridad que le confiere ser un ejemplo de compromiso con las causas justas. “Si no se hace nada, no se es nada”, advertía quien jamás dejó de trabajar, casi siempre como alicatador, y que sacaba tiempo para la lucha en los ratos libres. “Entre todos podemos cambiar la sociedad, pero para eso hay que trabajar y ser generoso”, añadía.
“¡Qué placer robar, distribuir, ayudar y compartir!”, decía quien, estando entre rejas, fue capaz de llegar a un acuerdo extrajudicial con los jefazos del City Bank, a quienes llamó “imbéciles”, después de haber liderado la millonaria estafa a esta entidad. “Yo sé hacer casas, plantar viñas y hacer mil cosas, mientras ellos solo saben contar dinero”, dejó como muestra de su forma de entender la vida el autodidacta octogenario navarro, que hace “apología del trabajo, porque si uno no trabaja, nunca será nada”.