El ruido. Sí, el ruido. Creo que a la larga es más peligroso que el agujero de ozono. No hay crema que nos proteja. Me gustaría que el año que arranca fuera menos ruidoso que el que dejamos. Ruido mediático. Ruido ambiental. Ruido en las relaciones humanas y sociales. Igual tengo idealizada Francia, pero cuando te sientas en una de esas terrazas (de las que por desgracia suele ametrallar el Estado Islámico) con minúsculas mesas redondas pegadas las unas a las otras a beber una minitaza de café con precio de cubata y puedes hablar con la persona que está en frente sin inmiscuirte en las conversaciones de las parejas vecinas, te das cuenta de que estás un país civilizado. Lo mismo al ver que en los barrios en vez de “Todo a 100” o salas de juego hay librerías y kioskos. O que la gente habla por teléfono e incluso toma notas con un bolígrafo en una libreta en lugar de teclear el móvil como locos. Es cierto que al otro lado de la muga, cuando las calles echan su telón a las 8 de la noche, mejor que te vayas a casa... Aunque hay que ver qué casas tienen. Hacen la vida de puertas adentro. Pero no quería hablar de Francia, que también tiene sus cosas. Sino del ruido. Así como hay personas que quitan la soledad, pero no dan compañía; también hay sonidos que te privan del silencio, pero no suenan a música. Lo notas cuando pones unos metros de distancia (o de altitud) con una ciudad y su contaminación acústica. Pero hay otra contaminación que es peor: la comunicativa. Internet y las redes sociales la han amplificado hasta el extremo. No sé cómo se vivió la llegada de la imprenta, pero el boom de webs, blogs, Twitter, Facebook y sus derivados -que, además, ya se llevan en el bolsillo en forma de apps- ha tenido un efecto ambivalente. Antes existía un problema: había voces con mucho que decir, pero que carecían de un canal o medio para hacerlo. La censura siempre es mala. Ahora sucede lo contrario: hay muchas que realmente no tienen nada que decir, pero lo cuentan todo en las redes sociales. Ojalá que en 2016 estemos menos conectados, más comunicados y mejor informados.