Entono el mea culpa. Me gusta el circo con animales. Soy una niña sin madurar socialmente y, desde luego, estoy fuera de juego. Me ha gustado desde pequeña y he inculcado a mi sobrina esta pasión. Repito, sin domesticar ni modernizar. Sé que pasará a los libros de historia como prueba del maltrato animal y transcurrirá poco tiempo para que también desaparezcan los toros y el encierro. Esta semana se ha presentado en la ciudad del cambio una iniciativa popular, respaldada por 2.500 firmas, para declarar la ciudad libre de circos con animales salvajes. Desconozco el sufrimiento al que someten a estos seres aunque lo imagino y, en el fondo, rechazo dentro de mi contradicción. Son animales salvajes de los que cazan los monarcas árabes y españoles en el Serengueti; cierto, lo repruebo. Quizá porque me ha preocupado siempre más otro tipo de maltrato animal, como el de las granjas- criaderos de gallinas donde no pueden pegar ojo porque no apagan las bombillas. Me gusta el Cirque du Soleil, su alarde de arte y tecnología, me encantan los payasos, acróbatas y malabaristas pero me cuesta pensar en un circo sin animales. Las acrobacias del elefante africano sobre una banqueta, la doma de los horripilantes cocodrilos del Nilo, la domadora que baila con tigres blancos siberianos... Quizás porque no somos capaces de ver lo que hay detrás de la carpa...
No ver lo que hay detrás de la carpa anestesia la conciencia tanto como el acostumbrarse a ver. Es lo que sucede con las imágenes de refugiados, que la conciencia se acostumbra y ya no cruje. Es la indiferencia ante otro tipo de comercio moralmente abyecto, personas con las que se trafica como animales. 41 personas, entre ellas 17 niños, murieron el viernes en el mar Egeo. Precisamente porque las condiciones meteorológicas son más difíciles los traficantes ofrecen rebajas en los viajes desde la costa turca lo que aumenta estos días el número de salidas de refugiados. Casi 36.000 han llegado a la Unión Europea a través de Grecia y más de un centenar han perdido la vida en la travesía. Espectáculo dantesco y sin comprar entradas.