La película Spotlight narra la historia real de una investigación periodística que destapó a más de 200 curas que cometieron abusos sexuales en Boston. El escándalo de sacerdotes pederastas en Massachusetts y la impunidad con la que actuaron bajo la complicidad del cardenal de Boston, Bernard Law, que por cierto vive hoy bajo protección en el Vaticano, fue objeto de un trabajo riguroso donde el equipo de investigación de The Boston Globe pudo cotejar tras un año de minucioso trabajo cómo el padre Geoghan había abusado de al menos 130 niños entre 1960 y 1998, y concluir que alrededor del 10% del clero de Boston era pedófilo. Más allá del impacto del caso, tras años de silencio cómplice, el film pone en valor el periodismo histórico de calidad y la credibilidad de un medio que no sucumbe a las presiones, que trabaja con rigor y recursos, coordinado en equipo y con profesionales especializados. La investigación data del 2001. Apenas se utiliza Google como fuente, y los periodistas fabrican las noticias de un modo artesanal a base de tirar de entrevistas, bibliotecas, juzgados, de fuentes que primero cierran las puertas pero que terminan accediendo a contar una verdad que interesa a toda la sociedad... Los teléfonos sonando en la redacción demuestran que el periodismo sirve. Son más víctimas las que llaman; la denuncia colectiva que surte efecto... Creo sinceramente que el análisis es más necesario que nunca en un mundo en tiempo real. Cambios políticos, globalización, crisis, guerras o fanatismos de causas muy complejas y cuyas consecuencias son cada vez más cercanas (yihadismo, refugiados...)... El ciudadano puede ofrecer un testimonio, datos e imágenes pero no la información completa. No el contexto, la criba, la historia y un adelanto de lo que viene ni la confirmación... ¿Seguirá el papel o todo será digital? Me preocupa más si seremos capaces de hacer un periodismo de calidad, si las empresas van a invertir en ello o van a reducir las plantillas hasta la extenuación. La capacidad de contar buenas historias sigue siendo un producto de consumo rentable. Nos puede preocupar la censura en todos los niveles (el New York Times obliga a sus periodistas a declarar su fuentes tras el caso Wikileaks) pero lo cierto es que este medio ya tiene 800.000 suscriptores dispuestos a pagar por el valor de su web.
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