La madre de Jeanella Zaruma Cabrera estuvo presente el pasado jueves en el emotivo homenaje que en vísperas del 25-N le brindó el Ayuntamiento de Burlada. Su hija fue asesinada el 3 de abril de 2011 por su expareja, ambos de origen ecuatoriano. Recuerdo la noticia como si fuera ayer. El cadáver apareció en la laguna de La Morea, en Beriáin. Fue estrangulada en el interior de un coche cerca del Fuerte de San Cristóbal y arrojado su cuerpo a la balsa. “Hay que seguir adelante por Mai”, la hija que entonces tenía tres, señalaba en el pleno su abuela Nati, arropada por familiares y amigos. Jeanella fue pareja de su asesino durante cinco años hasta meses antes de morir. Caso de manual. Algunos dicen que, como en tantos casos, con latinos de por medio... Que son de mano suelta o larga y maltratan a sus parejas porque, en el fondo, vienen de culturas más retrasadas. Ya... Para empezar hay una sobreexposición en las estadísticas de la violencia machista que tiene sus causas. Muchas de estas mujeres están en situación irregular o dependen del cónyuge, apenas tienen redes sociales, vienen con escasa formación, dificultades de inserción sociolaboral... A su vez, en los países de los que vienen la pobreza sigue estando ligada a familias monoparentales, encabezadas por mujeres, la diferencia salarial es apabullante y la falta oportunidades educativas, sobre todo en la educación superior, no ha mermado. Por no hablar de desplazamientos por conflictos armados, violaciones de mujeres y niñas...
El Baragazte de Barañáin ha repartido estos días entre los jóvenes de la localidad un Violentómetro, un semáforo de cartulina que distingue hasta tres niveles de violencia machista. En el de más baja intensidad se sitúan las bromas hirientes, mentir, engañar, ignorar, tener celos, culpabilizar, ridicularizar y ofender, intimidar y amenazar, controlar y prohibir (amistades, dinero, familia, lugares, móvil, vestimenta, apariencia, actividades, emails...). En el grado medio se encuentran caricias agresivas y los verbos manosear, golpear jugando, pellizcar, arañar, empujar, dar tortas, patear, encerrar y aislar. En el rojo está el salto: asesinar, mutilar, violar, amenazar de muerte o forzar a una relación sexual. ¿De un color se pasa al otro? En el caso de mujeres asesinadas por sus parejas se recorren los tres estadios. Uno tras otro. Tambien se encienden las alarmas cuando somos nosotras las que aceptamos con absoluta naturalidad algunas de esas conductas en verde (la ley de hielo por ejemplo). Cuando el éxito de los chicos que tienen una manera más agresiva y dura de tratar a las mujeres se lo concedemos nosotras. Sí, las europeas muy bien educadas y poco chonis.