La Justicia huele muy mal
hace 15 días, cuando se hizo pública la decepcionante -no por inesperada- sentencia del caso Nóos, el Gobierno de Rajoy y los portavoces del PP repitieron como loros el facilón argumentario que les habían dictado los jefes. “La Justicia es igual para todos”, vinieron a decir sin sonrojarse los portavoces de Moncloa, Íñigo Méndez de Vigo, y del PP, Rafael Hernando. No sé con qué casos estarían comparando el fallo para llegar a esta conclusión. Que sepamos, a Iñaki Urdangarín se le ha condenado a seis años y tres meses por prevaricación, malversación, fraude a la Administración, tráfico de influencias y dos delitos fiscales. Entre los pufos conocidos del que fuera duque de Palma estaba la firma de contratos públicos fraudulentos por valor de 2,6 millones de euros. Y la hermana del Borbón salió absuelta, pese a que participó al 50% de los suculentos beneficios que generaron los chanchullos de su marido. Huelga recordar que con esta sentencia a Urdangarín se le permite vivir en Ginebra porque “no hay riesgo de fuga”, pese a que de facto está fugado. Esa Justicia que es igual para todos tiene en la trena a tres jóvenes de Alsasua por participar en un altercado con dos guardias civiles en un bar de copas a las tantas de la madrugada. Ni siquiera han sido juzgados, pero en este caso el riesgo de fuga les tiene en el maco como preventivos. Y esa misma Justicia reclama dos años de cárcel, tres de libertad vigilada, nueve de inhabilitación absoluta, 4.800 euros de multa y 6.240 de fianza a tres de los vecinos de Tafalla que participaron en las pasadas fiestas patronales en el brindis por los presos que se realiza en esta localidad y en otras muchas desde hace décadas. Con estos ejemplos, como los de los siete tuiteros que se han sentado en el banquillo esta misma semana con peticiones de hasta dos años y medio de prisión por enaltecimiento del terrorismo o humillación a las víctimas, el hedor insoportable que emana la Justicia no se tapa ni con toneladas de ambientador.