Vivir en la hipérbole
los presidentes de UPN y PPN se han despachado a gusto en los últimos días con la reforma fiscal del Gobierno de Navarra. Y eso que tanto Javier Esparza como Ana Beltrán tenían el listón muy alto del repertorio de adjetivos que pusieron a las modificaciones tributarias consensuadas por el cuatripartito justo hace un año por estas fechas. Entonces, hablaban de que los navarros iban a ser los peor tratados del Estado y anunciaron una masiva fuga de empresas -que no se ha producido- por una reforma que tildaron de “sanguinaria”. Nada ha cambiado en estos doce meses en cuanto al lenguaje que emplea esta pareja instalada en la hipérbole permanente. Ahora Esparza asegura que “nadie quiere venir a Navarra”, califica a Barkos de “radical” y la acusa de “haber destrozado la imagen” de la Comunidad Foral. Todo esto y bastante más se permite echar por la boca su alter ego Beltrán. Asegura que la reforma fiscal “solo tiene afán confiscatorio” y ni se sonroja cuando dice que este Gobierno utiliza el dinero “para asuntos como el euskera”.
Empeñados en competir por ver quién es el más exagerado, ninguno de los dos goza de gran credibilidad. Entre otras muchas razones, porque Esparza formó parte del Gobierno de Barcina que subió impuestos, birló la paga extra a los funcionarios, paralizó las infraestructuras como el Canal y el TAV que reclama a diario y dejó una deuda pública que, para adelgazarla, hará falta más de una generación y una política fiscal responsable. Beltrán también tiene su particular mochila. No ha catado ni de lejos el poder en Navarra, pero es la principal representación del PP en esta Comunidad. ¿Y qué decir de este partido en cuanto a fiscalidad se refiere? Pues que lo primero que decidió al llegar a Moncloa fue hacer a lo bestia y por decreto todo lo que ella critica. Es decir, acordó un incremento generalizado de los impuestos, que afectó al IVA, IRPF, Sociedades, etc. Pero de estas cosillas no les gusta hablar a ninguno de los dos. Será que no tienen importancia.