Manosear a las víctimas de ETA
Eta dejó de cometer crímenes el 16 de marzo de 2010. Año y medio después, el 20 de octubre de 2011, anunció el cese definitivo de su actividad armada, que había iniciado a primeros de la década de 1960. De sus 829 asesinatos, 776 los cometió el siglo pasado. No fue hasta finales de la década de los 90 cuando algunas formaciones de derecha -léase PP y UPN- se dieron cuenta de que este terrorismo era un filón de votos con capacidad de eclipsar errores de bulto de la gestión de los poderes públicos. Esas mismas siglas también comprobaron que entre las víctimas, a las que casi habían ignorado en los años 80, había suficiente caldo de cultivo manipulable hasta el manoseo en ocasiones obsceno. Y ahí seguimos. Ocho años después de que el sargento Nerin se convirtiera en la última víctima, hoy se habla de ETA en el Parlamento foral mucho más que nunca. No es malo que se hable de un pasado que no ha de repetirse. Como tampoco es negativo que se recuerde a los represaliados del franquismo, ni a las decenas de víctimas de excesos policiales y de la ultraderecha. Lo que es nocivo e indigno es que se retuerza la realidad para tratar de obtener réditos políticos. O que algunos se molesten porque los gobiernos del cambio -el foral y muchos municipales- hayan hecho en poco más de dos años lo que no hicieron los anteriores durante décadas. Tiempo de sobra tuvieron para instalar las placas de recuerdo a víctimas que algunos critican porque no las pusieron ellos. Y, desde luego, no es tolerable que para desgastar al Gobierno de Barkos haya a quien no le importe dividir a las víctimas. Lo dice el presidente de la AVT en la entrevista que hoy publica este periódico. Alfonso Sánchez, que no es precisamente sospechoso de estar en connivencia con el Ejecutivo foral, asegura que “en Navarra se está trabajando muy bien con las víctimas y que no pueden venir tres señores a decir que se quiere blanquear el pasado de ETA porque es falso”. Que cada cual saque sus conclusiones.