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La coherencia del PSN

Es de agradecer que el PSN-PSOE vaya aclarando qué va a hacer con sus votos tras las elecciones de mayo de 2019. Tanto para el conjunto de la sociedad navarra como para el devenir de su propia sigla resulta conveniente llegar a la cita con las urnas después de haber definido con la máxima precisión posible sus planes. De esta forma evita repetir fiascos como el agostazo de 2007, que sólo conducen a debilitar su propio proyecto, como así ha sucedido desde entonces. En todos los órdenes de la vida la coherencia es una cualidad y en política debería ser una obligación, de ahí que la retórica y las decisiones han de estar siempre en total sintonía.

Desde que el pasado mes de julio revalidó el liderazgo en el PSN, María Chivite ha defendido un discurso de izquierdas que no ha tenido traslación a su quehacer en el Parlamento. “Hemos aprendido la lección: los afiliados no quieren gobiernos de derechas en Navarra”; “nos vamos a tener que entender con Podemos sí o sí”, “UPN ni es progresista ni es de izquierdas, aunque compartamos cosas”; y “en Navarra no podemos propiciar gobiernos de derechas y decirle a la gente que queremos ser agente de cambio”, son algunas de las frases que dejó Chivite para la hemeroteca en los días previos al Congreso de su reelección como secretaria general. Ocho meses después, de aquella declaración de intenciones no queda ni rastro. De las fuerzas del cambio, ha excluido a EH Bildu para futuros acuerdos, y con Podemos no ha habido ni aproximación de encuentro. También ha vetado al PP, pero no a UPN, pese a que son dos partidos que se parecen como gotas de agua. Y simultáneamente confiesa que aspira a liderar el Gobierno en 2019. Sin haber buscado la mínima sintonía con el cuatripartito en toda la legislatura, y desde la posición actual de quinta fuerza, más bien parece que su pretensión se limita a acompañar a UPN en el próximo Ejecutivo si la suma de toda la oposición, más Ciudadanos, les alcanza para gobernar. Al tiempo.