Viajar a través del arte siempre es una buena manera de viajar, una forma diferente de hacer turismo, conocer mundo y enriquecerte porque te permite traerte la mochila llena de vivencias y emociones difíciles de captar con una cámara. El arte en sí mismo ya es un viaje al lugar que cada uno decida. Arte urbano o arte y naturaleza, figurativo o abstracto, contemporáneo o clásico, vanguardista o del futuro, en museos o en las calles... Arte que se reparte por todo el mundo como un itinerario posible para viajes reales o virtuales, pero arte que también nos rodea y con el que convivimos. Es cierto que Navarra no cuenta con su gran espacio artístico, perdimos ese tren, pero no por ello carece de museos de gran interés, espacios que siguen siendo hoy desconocidos para muchos ciudadanos y ciudadanas. Si uno no viaja hacia el arte es el arte el que tiene que viajar hacia uno. Por eso me parece buena la iniciativa del Gobierno de Navarra de tratar de impulsar los museos existentes en la Comunidad Foral, esos grandes olvidados, con un pasaporte para recorrerlos. Menos acertado me parece el hecho de convertir las visitas a estos espacios en un concurso en el que no se sortean libros de arte o visitas a otros centros próximos o réplicas de algunas de las obras de las colecciones sino un móvil, una tablet y un libro electrónico. Pero es lo que hay, y quizá no están equivocados teniendo en cuenta que el lema de este año en el Día Internacional de los Museos que se celebra hoy es Museos hiperconectados, a través del móvil, internet, las redes, Facebook, Twitter, Instagram... Lo que sea. En el caso del arte la tecnología está revolucionando estos espacios, en ocasiones para bien, con visitas virtuales que en nada envidian a las reales y en otras no tanto. Cada vez es más difícil acercarte a una obra de arte de fama internacional sin tener una barrera de móviles delante que no paran de disparar; no se trata de ver, detenerte y apreciar y dejarte llevar por lo que el arte te sugiere, sino de fotografiarlo para decir que has estado allí y difundirlo rápidamente. Quizás es una nueva manera rápida, como el fast food, de consumir arte, pero me quedo con el slow arte y en general con la vida slow, en la que los museos siguen siendo lugares sin ruido y sin prisas donde puedes volver una y mil veces porque aunque el arte sea el mismo, solo con que cambies la manera en que lo miras toda tu experiencia será diferente. El arte es la vida si lo vives de verdad.