Cuánto vale tu privacidad
Creo que ninguna de nosotras éramos conscientes de la cantidad de firmas, empresas, asociaciones... a las que en un momento dado, y casi de manera automática, dimos nuestros datos y el ok para que nos enviaran todo tipo de información referente a su actividad. Lo mismo una tienda en la que has comprado algo por internet, que la ONG de la que eres socia, que la revista a la que sigues suscrita, que la compañía con la que volaste el pasado verano, que la piscina, que los mensajes que llegan a diario a la carpeta de entrada sin que recuerdes en qué momento te comunicaste con ese emisor por primera vez. Y digo que casi no éramos conscientes hasta ahora de que esos datos, escritos sin pensar demasiado, tenían un precio y sobre todo un valor: el de nuestra privacidad. El Reglamento General de Protección de Datos que entra hoy en vigor y que exige el consentimiento de los usuarios para el uso de esa información está detrás de esos correos encabezados por Tu privacidad primero en los que se nos pide permiso para seguir cediendo nuestra información personal. Si no damos la conformidad, el registro de nuestros datos pasa a ser ilegal y las empresas pueden ser sancionadas. Por eso es importante, siempre y ahora más, leer la letra pequeña, esa que tantas veces se nos escapa a la vista y al entendimiento por las prisas en las gestiones y que esconde lo más importante del mensaje, aquello que te condiciona decisiones futuras. Ante la nueva normativa parece que los usuarios sí importamos, de ahí los mensajes plagados de buenas palabras en los que ponen nuestros intereses por delante para darnos la opción de elegir si queremos o no seguir recibiendo esas comunicaciones. No sé a cuántas páginas estamos registrados, porque cada nueva gestión te obliga a ello, cuántas contraseñas distintas o iguales necesitamos memorizar para poder funcionar en lo cotidiano, solo sé que nuestros datos están por el mundo, pasan de unas manos a otras, se comparten y hasta se venden sin que nosotros, como propietarios, tengamos idea de ello. Basta recordar la masiva filtración y uso no autorizado de datos personales de Facebook. En definitiva, bienvenida esta nueva normativa si realmente nos permite saber quién y cómo están tratando nuestros datos personales e incluso si nos deja la puerta abierta para apelar al derecho al olvido cuando ya no nos interese.