Estamos en campaña electoral. Pero no en cualquier campaña. Si antes los candidatos salían en una noche como la de ayer a pegar carteles, actualmente prefieren colgar tuits, cientos de ellos. Al fin y al cabo no hay gran diferencia, ya que el Twitter de hoy son las pintadas de ayer, o lo que es lo mismo, mensajes cortos que capten la atención. Pero no solo han cambiado los canales, también el contenido. El medio sigue siendo parte del mensaje pero las campañas electorales se han convertido en un bombardeo de ideas fuerza pensadas en titulares mirando al prime time. Por aquí, a la vista de la precampaña, lo que nos queda puede reducirse a un cruce de ocurrencias e incongruencias. Tristemente, parece que sólo la irrupción de la ultraderecha puede que homologue a este Estado con Europa, ya que no dice mucho de la calidad del sistema democrático de este país, ni del nivel de parte de su clase política y ciudadanía, que todo siga como si no pasara nada mientras se descubre que una trama dirigida desde el anterior Ministerio del Interior, utilizando medios policiales, se empleaba para espiar y tratar de destruir mediante fake news a una de las fuerzas que concurren a las urnas. O que los líderes de otros partidos tengan que iniciar la campaña sentados en el banquillo de los acusados por unos actos violentos que nunca ocurrieron. Pero además de esta anomalía en el sistema, la agenda política se ha llenado de grandes temas como Hernán Cortes en su día, el programa de Bertín Osborne con el trifachito, debates sobre abortos después de nacer o si los fetos cuentan para un SMI que ni siquiera saben calcular algunos... Vaya nivel.¿Para cuándo los temas que realmente importan? ¿Para cuándo sacar las cartas y poner sobre la mesa las intenciones futuras de posibles pactos? Vivimos en la era del clic, del todo vale con tal de conseguir eso que llamamos tráfico, usuarios, gente que entre y salga, mensajes que provoquen, que atraigan rápido la atención, sin pensar demasiado, para conseguir visitas, en este caso votos. Eso es lo que importa. Nos quedan quince días por delante en los que tenemos que estar preparadas para todo. Los políticos se están adaptando a los tiempos, al suyo, y se quedan en el titular. Son pocos los que pasan de esa primera pantalla y abordan lo que realmente importa a la sociedad. Demasiada frivolidad con lo mucho que está en juego.