Yo creo que le pasa a todo el mundo, pero igual es cosa mía. Lo de las carreteras viejas, digo. Sí. Ahora, con la crisis, ya no hay tantos cambios de trazado, pero hubo una época, la de las inauguraciones, en la que las máquinas y los diseños de escuadra y cartabón abrieron nuevas carreteras directas y circunvalaciones en pueblos dejando trozos de asfalto olvidados y aislados como archipiélagos en mares de trigo o hierba. Curvas sin entrada ni salida. Rectas que ya no van a ninguna parte... Y aunque hayamos pasado toda la vida por esos viejos trazados comenzamos a volar por las nuevas vías. Nuestro GPS vital recalcula y se acostumbra. A veces las vemos por la ventanilla y nos vienen recuerdos de infancia o el sabor al sudor de cuando subíamos esa cuesta, ya suprimida, con la bicicleta. O aquella vez en que nos quedamos atascados por la nieve... Con un poco de suerte esos retales viarios son reconvertidos en merenderos. En otros casos se quedan relegados a furtivos picaderos delatados por las cajas aplastadas de Durex, cuando no son escombreras o basureros. Nadie se ha parado a pensar cuántos kilómetros perdidos sumarán. La red viaria ha fortalecido sus arterias a costa de reducir la capilaridad de sus venas que llegaban a todo el territorio. No son las carreteras secundarias que hacen las delicias de ciclistas y motoristas. Son carreteras olvidadas. Tramos que ya no van a ninguna parte, pero que nos llevan al pasado. Por eso es sugerente una iniciativa surgida en torno a la fosa de la Tejería de Monreal, la mayor tumba colectiva del la guerra civil, que propone utilizar unos metros de vieja carretera como lienzo para recordar los nombres de casi un centenar de fusilados del 36. De momento sólo es una idea pero podría llegar a buen puerto si hay colaboración entre sociedad civil e instituciones locales y autonómicas. Es sencilla. Se trata de que lo que en su día fue una auténtica carretera de la muerte con su fatídico km 10 no se convierta en la carretera del olvido. Ojala sea la carretera de la memoria para que nunca nadie más sea obligado a subir a un camión a media noche por sus ideas y acabe en una cuneta o en talud. Esas cosas pasaron. Aquí al lado.