o hace falta que nos recuerden todos los días las cifras que elevan esa ola de coronavirus que nos arrastra y no precisamente a una playa en calma. Basta con mirar alrededor y comprobar cómo el virus va haciendo diana en personas cercanas que bien han dado positivo o que deben aislarse en su domicilio por la cercanía con el contagiado. El verano ha hecho estragos, pero llevamos ya tres semanas de otoño y el panorama empeora, sin no fiestas que vigilar y con una vuelta al cole que, pese a las prevenciones que provocaba, no ha resultado tan dramática porque las decisiones adoptadas están dando resultados. Sin embargo, ahí está Navarra, en cabeza de la incidencia de casos por cada cien mil personas, sin dar con la tecla para frenar la expansión pese a las medidas que con tanta cautela implementa Salud. El Gobierno busca el respaldo estadístico para sostener las restricciones, aunque no habría que esperar tanto a superar esas líneas rojas. Rebaja poco a poco horarios y aforos, cierra parques infantiles y decreta confinamientos perimetrales. Y no son pocos los que se preguntan si no habrá que implantar medidas más extremas incluso en lo concerniente a movilidad en toda la Comunidad en vista de que llevamos un mes por encima de los 300 casos y las apelaciones a la responsabilidad individual no conmueven a buena parte de la población.

Como particularmente vivo instalado en el pesimismo desde el mes de marzo y voy perdiendo la fe en el buen criterio del ser humano, y de que lejos de salir mejores del confinamiento primaveral las secuelas han dejado a muchos completamente atolondrados, como estoy convencido de que sin una reacción a tiempo vamos al desastre, invito a la presidenta Chivite a lanzar a la población un mensaje corto, rotundo y tan navarrísimo que lo va a entender todo el mundo: “No hay huevos de reducir la curva a cero, como estaba en junio”. Y perdón porque suena machista. No hará falta ni cerrar bares ni restaurantes como en Catalunya ni decretar el toque de queda como en Francia. No es muy académico, pero tal y como están los indicadores, pocas más opciones quedan que dependan de cada individuo. Si lo dejamos en manos de otros, será peor.