n chiste en Twitter que nos hizo gracia: al artículo titulado El nutricionista Carlos Ríos advierte: "No hay evidencias de que la cerveza sea saludable", un tuitero replicaba: "¿Pero a ti quién coño te ha preguntado nada?".

Y es que, bromas aparte, esto de la salud se nos está yendo de las manos. O, como dijo no sé quién, libertad es a libertinaje como sanidad a sanitaje. Y algunos comenzamos a estar muy hartos del sanitaje y de los sanitajistas, fundamentalistas del brócoli, la soja y el tofu, que van por el mundo con un solo leitmotiv: "Si algo está bueno, es nocivo para la salud".

Los antiguos filósofos griegos, sabios como ellos solos, inventaron para estos casos el término sofrosine, que puede traducirse como moderación o equilibrio, y lo consideraban el modo correcto (y hasta virtuoso) de ir por la vida. Incluyendo, claro está, la bebida y la comida. Porque si en la moderación está la virtud, bien podemos afirmar que entre beberse un barril de cerveza o ni siquiera probarla se puede buscar un término medio. Y, ya puestos, algo para picar.

Es más que posible que los nutricionistas tengan razón cuando hacen esas listas interminables de alimentos que no deberíamos ni oler -odian que comamos queso, los muy canallas- y de bebidas que destruirán nuestro hígado.

Vale, de acuerdo. Pero se echa mucho de menos que esos mismos nutricionistas se preocupen tanto por nuestras mentes como por nuestro correcto tracto intestinal y añadan comentarios del tipo: "A veces hay que darle una alegría al cuerpo", "A quien come acelgas a diario se le pone cara de acelga" o "Intentar irse a la tumba perfectamente sano es la más patética modalidad de la avaricia".

Y, sobre todo, jamás olvidar el más que célebre chiste del médico al paciente: "Con todas estas prohibiciones no va a vivir usted más, pero se le va a hacer mucho más largo...". Ni vivir es durar ni todo lo perjudicial para la salud es siempre malo.