ñaki Urdangarín es un chorizo y un crápula cabrón; y Cristina de Borbón, una boba que de puro tonta ha terminado como la cornuda oficial de la Península Ibérica, toda entera. Disculpen el simplismo, pero así de burdo resulta el argumentario de los cortesanos de guardia que han salido prestos en auxilio de la infanta megáfono en ristre, con un paternalismo que atufa al machismo más rancio. Un auténtico insulto a la inteligencia, pues esa Borbón tampoco tiene nada de víctima y menos por partida doble. Primero porque gracias a su condición regia solventó el caso Nòos con una multa cuando constaba como titular al 50% de la sociedad instrumental con la que el matrimonio Urdangarín-Borbón centrifugaba los dineros que el entonces duque facturaba literalmente por su cara bonita. Y en segunda instancia porque con un mínimo de criterio no cabe atribuirle la misma ignorancia al caso de las andanzas extramaritales de su pareja formal hasta este lunes, un sujeto por lo demás escoltado que no se escondía de la mano de una amiga de despacho. Más al contrario, Urdangarín ofició como chivo expiatorio en el ámbito judicial como cortafuegos en blindaje de la Casa Real, necrosada por el tráfico de influencias, de mordidas y de amantes a doblón. Y, una vez purgadas las culpas propias y ajenas en el trullo, el exbalonmanista se lanzó a la vida alegre en Vitoria y alrededores sin el corsé de la realeza y con conocimiento directo e indirecto de la infanta por mucho que esta se resistiera a oficializar la ruptura haciéndose la sueca en Suiza. Bastante grotesco todo, aunque nada más chusco que los juancarlistas irreductibles sostengan que el rey hoy emérito siempre renegó del aprendiz de truhán Urdangarín cuando este se limitó a imitarle como torpe comisionista y si alguien encarna el biotipo de infiel pichabrava es justo el heredero del dictador. En fin, que Letizia sigue soltando lastre como ama de llaves de la Zarzuela y que de este jaleo colosal solo merece compasión el paisano traicionado por la última conquista de Urdangarín. Serán cosas que pasan, pero vaya jodienda volver al tajo en la Mercedes gasteiztarra como si nada. Ánimo, camarada, los cuernos se curan. Incluso los televisados.

La Borbón no tiene nada de víctima: saldó el 'caso Nòos' con una multa por hacerse la tonta y tampoco cabe atribuirle ignorancia sobre las andanzas de un marido escoltado