stamos necesitadas de buenas noticias, berri onak, que nos cambien un poco el gesto y nos den tregua emocional. Noticias positivas, que no de positivos. Una buena noticia de vez en cuando como el arranque de la vacunación a los mayores, en todas partes, pero sobre todo en las zonas rurales, en nuestros pueblos del Pirineo, donde para muchos y muchas viven nuestros referentes, el origen de lo que somos. Después de meses de vivir de puertas adentro, de cuidarse y prevenir, de marcar distancias con la familia, los amigos, los vecinos, de demasiada sombra y poco sol, de paseos por el pasillo se merecen más que nadie una primavera luminosa. Días en los que volver a verles en los bancos, en las plazas, en las obras, en los paseos, en los parques, en cualquier actividad de las muchas que llevan a cabo. Imagino que cuando estás en los 80, o ya los ha pasado, eres ya muy consciente del valor de cada año que se vive. El paso del tiempo pesa más, no es tan líquido como a los 20 y es más sólido que a los 50, y la sensación de tiempo perdido, que tantos días sentimos en plena pandemia, no es la de pensar que no has hecho lo que deseabas, sino la de que quizás ya no tendrás tiempo de hacerlo. Los mayores han sido los protagonista sin quererlo de este duro año de covid. En ellos ha recaído la parte más dura, los momentos más tristes. Vacunarles y conseguir pronto su inmunidad es lo menos que les debemos como sociedad. Devolverles pronto lo mucho que ellos y ellas nos dan. El covid nos ha permitido entrar en las residencias de mayores y ver lo que ocurría ya antes de la pandemia en muchas de ellas. Y sin querer vuelvo al cine, otro de los sectores que más nos está ayudando en estos meses con su apuesta firme por mantener las salas abiertas en las condiciones que sean y sin meter ruido, porque ayer se estrenó El agente topo un original documental que ha sido nominado a los Oscar y que cuenta la historia de un abuelo infiltrado como espía en una residencia de ancianos para comprobar el trato que reciben los residentes ante la denuncia de una familia. La conclusión a la que llega no es muy diferente a la que llegaremos todos si cumplimos cierta edad, lo duro que resulta hacer frente a la soledad no deseada en los últimos años. La película se mueve entre la comedia y la ficción, entre reír y llorar, como la vida misma.

Cuando estás en los 80 o más eres ya muy cosciente del valor de cada año que se vive. El paso del tiempo pesa más, no es tan líquido como a los 20 y es más solido que a los 50