l machismo y la violencia contra las mujeres sigue siendo una de las lacras de la sociedad actual, un problema que está aunque no se vea, como las corrientes que pasan bajo tierra y que van generando humedad sin que lleguemos a ver el agua hasta que es demasiado tarde, por todo lo que ha destruido a su paso sin ser vista. Así suele ser la violencia contra las mujeres, lenta, oculta, permanente... hasta que en el peor de los casos acaba con la vida de la víctima, después de haber arrasado su dignidad. El machismo estructural genera sociedades machistas en las que se dan por buenos comportamientos inaceptables de discriminación hacia las mujeres y de los que se derivan conductas tan lamentables como las que por desgracia vemos cada poco tiempo en el ámbito de la justicia. El juicio por la violación múltiple que sufrió una joven en Sabadell ha estado marcado por la polémica por el tratamiento que el fiscal ha dado a la denunciante. Ya lo vimos en Pamplona con la víctima de La Manada, con la postura de uno de los tres jueces encargados de juzgar la violación múltiple ocurrida en San Fermín, Ricardo González, quien no dudó en tildar de jolgorio lo que aconteció en un habitáculo en el que una mujer fue sometida y agredida por cinco hombres que cometieron todo tipo de abusos contra ella. Donde hubo violación, este juez apreció sexo consentido, con lo que dejaba en la calle a los cinco acusados. Su interrogatorio a la víctima fue tan rechazable como el que estos días ha saltado a la prensa y que nos ha recordado el que para muchas fue el primer juicio por acoso sexual, el de Nevenka, ahora revivido en un documental que se puede ver en Neflix y que se debería ver para entender de dónde venimos. Han pasado más de 20 años, pero a la vista de los hechos de antes y ahora no hemos avanzado suficiente. Si entonces hubo que recordar al fiscal, por la agresividad de sus preguntas, que la víctima era testigo y no acusada, ahora hay que recordarles que la protección a las víctimas debería ser lo primero para evitar la revictimización. En aquel juicio, ya conocido como el caso Nevenka, la que fuera concejal de Hacienda del Ayuntamiento de Ponferrada, Nevenka Fernández denunció al alcalde por acoso sexual. Ella fue valiente, por sacarlo a la luz y abrir camino, pero no era previsible que tuviera que soportar más maltrato, el de su acosador, Ismael Álvarez, y el del fiscal, García Ancos. Ahí queda el interrogatorio: "¿Por qué usted, que ha pasado ese calvario; usted, que no es la empleada de Hipercor a la que le tocan el trasero y tiene que aguantarse porque es el pan de sus hijos; por qué no dice 'se acabó, me voy', y ahí se queda el puesto de concejal?". Ella tuvo que irse del país, sus acosadores, no.

El machismo estructural genera sociedades en las que se dan por buenos comportamientos inaceptables de discriminación hacia las mujeres, también en el ámbito de la justicia