La falta de memoria me temo que va a ser una de las secuelas que nos llegará viajando en el largo tren de consecuencias negativas que trae la pandemia, que atiza por todas partes y a casi todos. Ha quedado muy claro que toda esta crisis se podía haber gestionado mucho mejor sobre todo la reacción tras las primeras señales de propagación y mortalidad, como también resulta evidente que no ha salido ni una sola idea brillante de los que se dedican a lanzar piedras desde el otro lado de la trinchera la bochornosa imagen de la política no ha cambiado por la enfermedad y que tampoco hay país que se esté salvando de meter la pata ante este caos extraordinario y grave.

Asustados, sorprendidos y aturdidos han reflexionado en voz alta algunos de los abundantes expertos que han sido reclamados para poner sensatez ante la crisis y, por ejemplo, se han ido desgajando conclusiones del tipo que las casas en las que vivimos no son las mejores para un confinamiento, que nuestros niños y jóvenes no están conectados como debían con sus centros educativos y que lo de estudiar a distancia se antoja para algunos una broma nada graciosa. Que la cooperación internacional es una expresión hueca porque no se sabe afrontar una crisis mundial; que a nuestros mayores hay que atenderlos todavía con más mimo y estricta vigilancia ahora empiezan investigaciones sobre las condiciones de algunas residencias en algunas comunidades o que la huella de la contaminación ha bajado a niveles sorprendentes en cuanto los humanos hemos quitado el pie del acelerador. Que hay que saber ser selectivo con la información ¿cuántos bulos sin firma nos han llegado?, que hay que ser pacientes, comprensivos y bastantes cosas más.

Los prohombres de la cosa pública, con su arrogancia proverbial, no han deducido especiales carencias en los medios que destinan a investigación, aunque son los que están en fila a la puerta de laboratorios y centros de investigación esperando que se descubra la vacuna. Expectantes ahora, despreocupados antes, probablemente también mañana. Pasará la pandemia y con ella ¿se nos irá la memoria de estos días? ¿Se nos habrá olvidado abrazar?