la contaminación del aire, motivo de preocupación e iniciativas institucionales en numerosas ciudades en los últimos tiempos, también en zonas de Navarra como la Ribera, presenta en todo el planeta un incremento de CO2 sin precedentes, lo que contribuye a las enfermedades y causa más de 5 millones de muertes anuales. En los 150 últimos años la temperatura mundial media ha aumentado aproximadamente un grado. La desertización y el hambre avanzan imparables y la pérdida de tierra cultivable es treinta veces superior a la tasa histórica, lo que afecta a 1.500 millones de personas. Desaparecen o se reducen los glaciares y en 35 años el área de hielo marino en el Ártico se ha reducido en un 40% mientras las superficies heladas en otros continentes han perdido casi una cuarta parte del grosor que presentaban en 1991. El nivel del mar se elevó 19 centímetros desde 1901 hasta 2010 y se prevé que serán como mínimo 26 centímetros más durante este siglo. Los fenómenos atmosféricos extremos -y sus consecuencias- se extienden por todas las latitudes... Y no hay discusión científica respecto a los motivos que parecen encaminar al planeta al desastre. Tampoco la hay sobre la falta de reacción, evidente en los cinco años que separan los dos últimos informes del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en los que se detalla el impacto del cambio climático. Hay notables excepciones. Suecia, Portugal, Holanda o Luxemburgo destacan en Europa por su compromiso creciente con las políticas ambientales y Navarra, pese a que produce un porcentaje residual de las emisiones de la UE, es una de las regiones más activas, como se puso de manifiesto en la última cumbre del clima COP24 en Katowice, desde que puso en marcha hace ya cuatro años la Estrategia de Cambio Climático Klima 2050 para impulsar una reducción de emisiones con el objetivo de alcanzar el 80% de reducción en 2050. Pero queda un enorme camino por recorrer. Y es urgente. Es precisamente lo que reclamaron ayer millones de jóvenes en 1.700 ciudades de un centenar de países, también en Iruña, bajo el lema Fridays For Future (Viernes para el futuro), siguiendo el movimiento iniciado por la adolescente sueca Greta Thunberg. Es la primera gran movilización mundial contra el cambio climático impulsada por los jóvenes que deberán soportar las futuras consecuencias de una inacción que es insostenible: ya es seguro que la Tierra no tendrá una segunda oportunidad.