las expectativas puestas en el nuevo Gobierno español tras las elecciones generales del pasado domingo marcaron ayer la celebración del Día Internacional de los Trabajadores, que discurrió bajo unas connotaciones especiales tres días después de la llamada a las urnas, aprovechando los sindicatos para marcar la agenda en materia de derechos laborales. Las débiles bases del crecimiento y la necesidad de alcanzar mayores cotas en la calidad del empleo -en particular para las mujeres, víctimas de la brecha salarial, y para los jóvenes, imposibilitados para articular proyectos de vida autónomos- continúan situándose como las grandes asignaturas pendientes de la acción del Gobierno central. La cita de este año de las centrales sindicales ha supuesto una oportunidad, tras el triunfo electoral de la izquierda y en particular del PSOE, para pedir a Sánchez que aborde una agenda social que incluya cambios de alcance, como la derogación de la reforma laboral que el socialismo incluía en su programa a través de la revocación de sus aspectos más lesivos junto a la aprobación de un nuevo Estatuto de los Trabajadores. Una contrarreforma también presente en las reivindicaciones de los sindicatos vascos, con ELA ubicando el derecho a la huelga a la cabeza de sus demandas continuistas -ya bajo el liderazgo del navarro Mitxel Lakuntza-, mientras que LAB dibujó el eje de la jornada en la lucha contra la precarización. El nuevo tiempo en todo caso debiera de servir, no sólo para expresar bajo la liturgia tradicional del Primero de Mayo las demandas clásicas en esta cita entre comicios, sino para exigir con ahínco renovado la salvaguarda de los servicios públicos que conforman el tuétano del estado de Bienestar como garantía de la igualdad de oportunidades. Incluyendo prestaciones básicas como un subsidio de desempleo mejorado en beneficio de los parados de mayor edad y la vigorización de un sistema público de pensiones amenazado doblemente, por la caída de cotizaciones a raíz de la merma salarial y por la privatización que propugnaban algunas siglas derrotadas el 28-A, un objetivo al que no renunciarán. La cercanía de las pasadas elecciones generales y las próximas municipales, autonómicas y europeas del 26-M ofrecieron tinte político a una jornada para un nuevo tiempo en el que conviene mantener la presión sobre la izquierda para que no ceda al acoso de las potentes fuerzas neoliberales y centralistas que anteponen el beneficio privado a la cohesión social.
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