No es solo la sorprendente recuperación desde el prolapso de Carlos Iturgaiz, nada menos que como candidato a lehendakari. Ni la mera acumulación de siglas (PP + Cs) de derecha hispana bajo el eufemismo "constitucionalista". Ni únicamente el esfuerzo discursivo -y los guiños a Santiago Abascal- por representar y hasta reintegrar al extremismo de ultraderecha. Argumentos que ya utiliza desde 2015 UPN en Navarra tras la pérdida del Gobierno foral. Ni siquiera la que ya se anuncia presencia de Aznar y Mayor Oreja en la campaña de las elecciones al Parlamento Vasco del 5 de abril. Ni aún la insospechada reaparición de Rosa Díez y Fernando Savater, también de Maite Pagazaurtundua, en una oportuna plataforma parapolítica heredera de la que ya les tuvo como protagonistas (Basta ya, 1999-2007) y que derivaría luego en el fracasado proyecto de UPyD. Es el conjunto de todo ello. Y la vuelta del discurso endurecido, exagerado y populista hasta la ordinariez que viene utilizando en la oposición el PP de Pablo Casado y que este ya ha trasladado a la CAV ahora como antes Navarra contra Geroa Bai y PSN con todos sus ingredientes, incluidas la manipulación y la mentira. Ayer, en Ermua. El Partido Popular, de la mano de los diseñadores de estrategia política de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) que preside Aznar, ha decidido recuperar el frente de la crispación que tuvo su punto álgido no contra la irracional violencia terrorista, como pretendía, sino con motivo de las elecciones al Parlamento Vasco de 2001, en las que el PP, con Mayor Oreja de candidato no pudo derrotar por muchos votos y escaños a la coalición PNV-EA que lideró Ibarretxe. Aquella operación, entonces con la compañía del entonces socialista Redondo Terreros, diseñada en la pretensión de extender a la CAV el entonces omnímodo poder de la derecha heredera del franquismo en la España de la mayoría absoluta (2000-2004) de Aznar -que luego devendría en soberbia y corrupción, con sus consecuencias políticas- se traduce al presente. Su intención es recuperar y reasentar electoralmente a un PP quasi-residual en la CAV -y en Navarra-, y amenazado como alternativa en el Estado. El frente de la crispación tiene, ahora como entonces, en el discurso del exabrupto y la amenaza la excusa de quienes esgrimen la pretendida defensa de la Constitución, pero solo buscan regresar al poder del Gobierno central en su único provecho.