a videoconferencia celebrada ayer entre el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y los presidentes autonómicos fue un buen reflejo de la preocupación y el profundo malestar, tanto en las formas como también en gran medida en el fondo, de buena parte de los responsables de las comunidades con el sistema de mando único y unilateral y los problemas de gestión de la crisis del coronavirus por parte del Ejecutivo. Por quinto domingo consecutivo, los mandatarios autonómicos volvieron a encontrarse con un Sánchez que se limitó en su intervención a comunicarles -y no precisamente de forma explícita ni concreta- las decisiones que ha adoptado su gabinete y que ya han conocido por los medios de comunicación. Un sistema insólito, máxime en un Estado que se define como autonómico. Pero, además, es ineficaz y provoca incertidumbre, desorientación y desazón también en buena parte de la ciudadanía. Entre las voces discrepantes, el lehendakari Iñigo Urkullu, de manera firme pero acorde a la lealtad debida dadas las graves circunstancias de la crisis sanitaria, demandó una gestión más compartida y un método de trabajo distinto, "más horizontal y cooperativo" que ayude a comunicar "certezas", que es lo que la sociedad demanda. El Gobierno vasco, en su caso, ponía sobre la mesa las dificultades añadidas de abastecimiento de material debido a la centralización de compras impuesta o que ayer aún no se conocieran los detalles del anunciado reparto de mascarillas que se inicia mañana. Sánchez está obligado a cambiar su método de toma de decisiones: debe primero escuchar, debatir y consensuar con las comunidades autónomas y, después, aprobar en el Consejo de Ministros las medidas acordadas. No al revés, como ocurre ahora y que convierte las videoconferencias en una mera escenificación sin contenido. Por otra parte, algunos aspectos de la gestión de la pandemia están resultando confusos, incoherentes y hasta contraproducentes, además de que se suceden las rectificaciones sobre decisiones tomadas, lo que alimenta el desconcierto generalizado. Es necesario, como reclama Pedro Sánchez, una "desescalada de la tensión política" para vencer la pandemia, pero son el presidente y su Gobierno quienes deben poner las bases para ello.