a presentación de las líneas maestras que van a marcar el Plan de Reactivación de Navarra han coincidido en el tiempo con la publicación de los datos del paro en abril, unas cifras que muestran, en palabras de la consejera Maeztu, "una dura realidad". Un escenario más que preocupante a estas alturas, con 3.077 personas nuevas desempleadas, un 8,2% más que el mes anterior y un 24,1% más (7.841 personas) que en abril de 2019. Además, la crisis del coronavirus ha supuesto la destrucción de 6.634 empleos en apenas dos meses en Navarra, pese a ser la comunidad del Estado que menos puestos de trabajo ha perdido. Y es precisamente ese sombrío panorama en el ámbito laboral y sus más duras consecuencias sociales, la situación que deberá afrontar el Plan de Reactivación. Un proyecto, explicado un día antes a Navarra Suma y a EH Bildu, que se inicia con un ambicioso proyecto de participación política, social y técnica y que tiene como mayor prioridad intentar diseñar una salida a esta nueva crisis alternativa al modelo de recortes, despidos, bajada de salarios y austeridad de 2008 y 2011. En este sentido, la presidenta Chivite ha sido clara: cohesión (social y territorial) e innovación serán los objetivos. Pero más allá de las grandes palabras que siempre contienen los planes gubernamentales, las claves en este caso son dos más concretas: la rapidez en la toma de decisiones y la disponibilidad financiera para llevar a cabo las prioridades establecidas en el diseño de la reactivación de Navarra. El modelo tiene que estar preparado y aprobado cuanto antes -finales de junio se antoja el tiempo límite-, por lo que cabe exigir celeridad y claridad a los comités y comisiones sectoriales. En este contexto, la propuesta de Navarra Suma de crear otra comisión política en el Parlamento parece más un obstáculo innecesario para tratar de cubrir intereses de imagen partidista que una propuesta efectiva. Al mismo tiempo, el Plan deberá estar dotado de financiación económica suficiente para los objetivos acordados. Para ello, además de negociar con el Estado el reparto de los fondos para comunidades autónomas y garantizar la autonomía municipal en el uso de los remanentes de los ayuntamientos, Navarra tendrá que apostar por un sistema tributario que se sostenga sobre la equidad fiscal y recurrir también al mercado de la deuda -el autogobieno fiscal lo permite-, y parece mejor hacerlo antes que después, sobre todo si la incertidumbre en la toma de decisiones en la UE se prolonga por las diferencias políticas entre los estados.