l cierre hoy de una campaña electoral tan atípica como de extensión innecesaria -porque quienes se resistieron a la convocatoria en la CAV se negaron después a acortarla aunque no les haya servido en la mayoría de los casos para presentar a la ciudadanía programas concretos de actuación- emplaza a la sociedad a un examen de responsabilidad y madurez política inusualmente relevante por lo extraordinario de la situación que nos está tocando vivir. Y no se trata de restar importancia a citas con las urnas anteriores; todas ellas han reunido, además de la esencia democrática, la condición de imprescindibles en la codecisión sobre el diseño y desarrollo de la comunidad durante las cuatro décadas de legislatura. Su inusual relevancia descansa en el inédito desafío que supondrá para el gobierno resultante resituarse en un mundo zarandeado por la pandemia de la covid-19 que, como los últimos rebrotes detectados en diferentes puntos del Estado indican, está lejos de haberse superado, e inmerso en una crisis socioeconómica, consecuencia de aquella, cuyas proporciones, en todo caso enormes, aún solo se intuyen. De ahí la especial exigencia de responsabilidad el próximo domingo en la participación de los electores y de madurez política a la hora de optar por alguna de las diferentes opciones. La primera debe servir para superar las reticencias derivadas del temor por la salud -que afectan e impulsan la abstención, como se acaba de demostrar en las municipales en Francia- y confiar en que las numerosas disposiciones adoptadas para asegurarla, incluso en comparación con el discurrir de la vida y relaciones diarias, son más que suficientes para la prevención. Aunque a otro nivel, la realización de las pruebas de evaluación de acceso a la universidad así parecen atestiguarlo. Así que este domingo, 12-J, lo responsable no es quedarse en casa. La segunda, la madurez democrática, debe colaborar, en el caso de la CAV, en el discernimiento de lo que necesita entre las diferentes candidaturas y sus propuestas en el caso de que estas se hayan hecho públicas de forma clara, lo que no siempre ha sucedido. Junto a la ideología, siempre presente en toda cita electoral, estos comicios demandan pragmatismo en la elección de quienes mejor puedan sentar las bases de futuro, es decir, el modelo sobre el que pivotará también la cohesión social que debe acompañarla.