olo un día después de que conociéramos que la recaudación pública sufrió una caída de 235 millones en el segundo trimestre del año, un nuevo dato pone de manifiesto el daño que la lucha contra el coronavirus está haciendo a la economía. Entre abril y junio, el producto interior bruto (PIB) se desplomó un 15,6% en Navarra -el derrumbe en el Estado todavía es el mayor de Europa y alcanza el 18,5%- respecto al trimestre anterior. Se trata de un golpe sin precedentes al menos desde la Guerra Civil, algo mayor de lo que esperaba el Gobierno y que se suma al 2,8% que cayó en los tres primeros meses del año. Hasta entonces, la economía crecía a buen ritmo y no ofrecía síntomas de debilidad, pero su marcha se vio truncada de repente a raíz del estado de alarma decretado el 14 de marzo. La Comunidad Foral suma, por lo tanto, dos trimestres consecutivos en negativo, lo que supone entrar oficialmente en recesión. Han sido seis meses en los que se ha dejado de producir por valor de cerca de 1.300 millones de euros. Se ha pasado de cerrar el cuarto trimestre de 2019 con 5.527 millones de PIB a los raquíticos 4.294 millones de estos tres últimos meses. En términos interanuales, la caída es del 18,8%, mientras que en el conjunto del Estado asciende al 22,1%, lo que supone unos 300.000 millones de euros. Los sectores que más han acusado la inactividad derivada del confinamiento han sido industria, que se ha visto especialmente afectada por el cierre de la actividad en la rama de la automoción, y los servicios de mercado. Solo la agricultura, que ha crecido un 4,4%, se salva del desastre generalizado. Además, por el lado de la demanda ha descendido tanto el consumo de los hogares como la inversión empresarial, mientras que la demanda externa también se ha resentido por la incidencia mundial del virus. Es obvio que actividades como la hostelería, que en este trimestre han estado más tiempo cerradas que abiertas y que disminuyó un 90,1%, y el turismo han estado especialmente afectadas. El escenario que hay por delante tampoco es halagüeño. La recuperación del sector servicios, que supone en torno al 55% de toda la economía foral, va más lenta de lo que cabía esperar y el repunte de los casos de covid-19 en la segunda quincena de julio no hace sino complicar todavía más un escenario plagado de incertidumbres.