áritas ha vuelto a poner en la primera línea de la actualidad informativa, en su avance del Informe Foessa que publica anualmente sobre exclusión y desarrollo social en Navarra, la cruda realidad que viven miles de familias navarras. En este caso centrado en la situación de pobreza o severa que viven personas trabajadores y trabajadoras. Es cierto que Navarra es la comunidad con menos personas con un empleo activo en situación de pobreza o exclusión, pero aún así hay un 3,7% de personas con trabajo en situación crítica y otro 0,9% severa. En el Estado esas medias estadísticas se elevan, según el informe Vulneración de derechos. Trabajo Decente, hasta el 13%. Este documento también aborda la variabilidad laboral media entre los salarios de las mujeres y hombres en Navarra, que supone un 23,2%, y el de la variabilidad de sueldos entre trabajadores navarros y extranjeros, que se eleva al 27%. En este sentido, cabe destacar que, según los sucesivos informes de Foessa, la apuesta política de la pasada la Legislatura sirvió para reducir el número de personas en exclusión social en un 9,6%, pero Cáritas insiste en advertir en este caso que hoy en día muchas personas en Navarra no pueden acceder a un salario que supere los 600-800 euros y denuncia que la gestión de la crisis ha estado basada -al menos hasta la irrupción este año de la pandemia del coronavirus-, en un modelo de precariedad laboral y vital. De hecho, incide en la alerta sobre la temporalidad laboral, la precariedad e inestabilidad social y la incertidumbre de trabajos y contratos cortos. Cáritas y otras organizaciones sociales de solidaridad llevan años reiterando la necesidad de "una estrategia multidimensional", porque la brecha social cada día es más grande. Navarra ha mejorado durante los últimos cuatro años y mantiene unos índices de cohesión social y laboral muy superiores a la media del Estado, pero la defensa del sistema de protección social de Navarra, uno de los punteros del Estado, sigue exigiendo de un correcto diagnóstico y de la eficacia de seguir avanzando en medidas valientes y honestas que puedan seguir frenando el progresivo empobrecimiento del que ya llevaban tiempo alertando los organismos que trabajan con los más desfavorecidos. Más aún en un presente como el actual de crisis sanitaria y sus consecuencias sociolaborales -especialmente en las generaciones más jóvenes-, que exige una salida colectiva y económica muy diferente ética, financiera y políticamente a las de 2008 y de 2011.