on 12.000 navarros y navarras los que superaron la pobreza severa en 2019. Se dice pronto pero es un 25% lo que se acorta en un año el porcentaje de quienes viven en una situación límite y que alcanza al 5,7% de nuestra población, siendo por otro lado la comunidad menos afectada del Estado, donde alcanza al 8,5% (y una de las menores de Europa), y la que tiene una distribución más equitativa de su renta. De hecho es la comunidad menos desigual del país con un 3,8 frente al 5,9 de la media estatal. Los datos, de entrada positivos, fueron ofrecidos ayer por la consejera de Derechos Sociales que cifró en 36.911 las personas en viven en grave crisis. Queda camino pero demuestra el esfuerzo que se realiza desde el Ejecutivo foral en reforzar el estado de bienestar y los recursos que se destinan a ayudas como la renta básica que sólo este año se prevé que beneficie a 14.000 familias. Una pobreza que se ceba más en mujeres, menores (cuatro veces superior a la de mayores de 65 años y alcanza el 18,2%) y en inmigrantes (afecta cinco veces más que a la población autóctona). El informe sobre pobreza y desigualdad también confirma las diferencias entre el norte y el sur de Navarra (en la zona de Tudela alcanza al 15,8%), y en determinados barrios de Pamplona como Buztintxuri o Etxabakoitz. Diferencias que exigen una reflexión importante sobre las políticas sociales, económicas y también culturales en las que hay que incidir, pero también territoriales, para reducir esta incidencia. Por otro lado, habrá que ver cuál es la progresión de estos indicadores a lo largo de este año (y siguientes) teniendo en cuenta el impacto económico y social de la pandemia. Ayer también se celebraba el Día Internacional de las Mujeres Rurales y se ponía de manifiesto precisamente el papel que ha tenido y tiene la mujer en los pueblos en momentos de crisis sanitaria como el actual. Mujeres que trabajan en sectores claves como la agricultura y la ganadería con las dificultades añadidas de acceso a servicios básicos, conexión, y conciliación en su apoyo al resto de la comunidad para el cuidado de personas mayores y de menores. Son el mejor freno al proceso despoblación (que se ceba en algunos territorios (comarcas como Pirineo, Prepirineo, Montejurra, Sangüesa o Zona Media) y una oportunidad para generar nuevos recursos en momentos duros como el que vivimos.