uropa ha aceptado la denuncia de 16 entidades medioambientales, muchas de ellas con implantación en Navarra, por la mala gestión de los residuos en el conjunto del Estado. Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica, de los 22,2 millones de toneladas de residuos urbanos generados en 2018, más del 53% se envió a vertedero, porcentaje que crece año tras año, lo que le sitúa a la cola de la Unión Europea en materia de reciclaje. Todo un derroche de recursos, contaminación de los suelos y del aire, además de un riesgo para la salud humana y la lucha contra la crisis climática. La normativa europea exigía al Estado reutilizar y reciclar el 50% de los residuos para 2020. Sin embargo, según los últimos datos oficiales, el reciclaje de residuos municipales se situaba en el 35% y sin poner en marcha ninguna de las políticas que la comisión ha recomendado. Europa reclama al Estado mayor ambición en la reforma de la Ley de Residuos, priorizar la prevención, aprovechamiento de la materia orgánica y hacer que el productor asuma su "responsabilidad" para que el peso no siga cayendo solo en los consumidores. Fomentar la prevención y la reutilización es más que un mantra repetido por las asociaciones ecologistas. Es hacer cumplir las directivas europeas. Navarra también llega tarde a los objetivos de Europa y de hecho mancomunidades como la de la Comarca lleva años pagando sanciones por vertidos indebidos (se vierte la mitad de los residuos urbanos). Y es que el 66% de los residuos que se generan en este territorio (Mancomunidad de la Comarca de Pamplona) se llevan a enterrar. La nueva planta medioambiental proyectada en Imárcoain no estará lista hasta 2023. Los trámites administrativos y el largo proceso que ha precedido a la elección y compra del terreno han demorado la solución. Su mayor virtud será procesar la fracción orgánica que llegue desde cualquier contenedor para convertirla en un material inerte no contaminante. Mientras tanto, urge avanzar en la separación en origen (en casa) y en contenedores (sin acceso libre sino por tarjetas) para que la materia orgánica sea el último reducto de una basura de la que se aprovecha todo. Lo que también requiere, como marca Europa, forzar a que los grandes productores reduzcan envases. Quizás no sea tan casual que Navarra Suma pida ahora, cueste lo que cueste, el cierre inmediato de Góngora, sabiendo por dónde podía venir Europa. Y de paso, evitar que la basura pase por Noáin.