l casi medio millón de vacunas alcanzado ya en Navarra, con el 33% de los navarros y navarras ya con la pauta completa de vacunación completa, y el buen ritmo que ha tomado el plan de inmunización colectiva de Osasunbidea hacen ser optimistas con una cercana, estable y duradera vuelta a la normalidad. Los datos de la incidencia del coronavirus registrados los últimos días, con niveles de contagios en Navarra del mes de julio del pasado año, cuando la sociedad acababa de salir de tres meses de confinamiento, es otra de las cifras estadísticas a tener en cuenta en un momento en el que han desaparecido el estado de alarma y el toque de queda al tiempo que hostelería, cultura y ocio han visto ampliado su horario nocturno y el turismo local, cercano, estatal y extranjero vuelve a llamar a la puerta de un verano, el periodo vacacional por excelencia, que está a punto de comenzar. Con el debate de si podremos prescindir de la mascarilla en espacios abiertos aún sobre la mesa, la normalidad poco a poco se va instalando en nuestras calles. Ya es posible cenar en horario nocturno en un local hostelero, ya es posible volver a disfrutar de la sesión nocturna en cines y teatros, van reduciéndose poco a poco las limitaciones de aforo y sin embargo todavía queda un sector, el de los negocios dedicados a la noche (pubs, bares de copas o discotecas), que sigue parado y reclama que se cuente con ellos para regresar a esa normalidad que da ya sus primeros pasos mientras ellos siguen esperando. Unos han podido adaptar sus modelos de negocio y otros esperan la orden para levantar la persiana. Poco a poco y con las limitaciones y precauciones necesarias, ellos también deben formar parte de esta vuelta a la normalidad y en los próximos días habrá que abordar la reapertura y bajo qué condiciones de un sector que lleva más de un año cerrado. Si estamos viendo la luz al final del túnel o solo la curva de otra ola es algo que todavía no se puede confirmar con rotundidad, los datos objetivos conducen al optimismo pero sigue siendo necesario apelar a la máxima prudencia porque los buenos datos que parecen domar a esta pandemia, más allá de los elevados índices de vacunación, son también fruto de la prudencia, la distancia y el comportamiento ejemplar de la inmensa mayoría de la población que, cada uno en su realidad, ha arrimado el hombro para conseguirlo.