Por cada euro que Navarra invierte en servicios públicos para la población migrante la economía foral se enriquece en dos euros más. La economía navarra creció un 4% más en la última década (2013-2021) gracias al aporte de las personas migrantes. Es una de las conclusiones más claras del informe sobre el impacto económico y demográfico de este colectivo que desmonta una de las leyendas urbanas más extendidas y que apunta a que los inmigrantes nos quitan los puestos de trabajo, colapsan los servicios sociales y sanitarios, y provocan un ‘efecto llamada’ en nuestro estado de bienestar. Suman el 16,4% de la población y reciben el 11,3% de las prestaciones incluyendo la renta garantizada. En el ámbito sanitario su gasto es del 5,1% y del 15% en Servicios Sociales. En cifras globales este colectivo genera un coste neto en los recursos públicos de menos del 1% del presupuesto total de Navarra. Por contra, en términos de impuestos contribuyen con un 4,1% de los ingresos públicos (datos del 2020). Más allá de la riqueza cultural y social derivada de la multiculturalidad el estudio pone de relieve el “aporte innegable que la población migrante hace al bienestar común”, señala el consejero Eduardo Santos. Aportan mano de obra al medio rural y frenan el envejecimiento y la despoblación territorial ya que la mayoría viven en pequeños pueblos. El crecimiento de este colectivo tampoco explica como se dice el alza de los precios en el mercado de la vivienda que, en realidad, deriva de las “preferencias” de la población nativa y sus rentas, apunta el informe. Un precio que precisamente tiende a ser “más alto en los barrios con menos población extranjera”. También inyectan dinamismo al mercado laboral, no sustituyen a personas trabajadoras de aquí y sus condiciones laborales son mucho más precarias. Además, empujan el 41% del crecimiento de la población activa. Porcentajes que refuerzan las importantísimas consecuencias económicas de una estructura demográfica envejecida con lo que ello supone de reducción de la fuerza laboral y desequilibrio del sistema de pensiones. Hay más evidencias: la inmigración se ha convertido en factor de reemplazo demográfico en los últimos años. El 26,5% de los nacimientos en 2020 fueron de madre extranjera. Sin olvidar que han colaborado a sostener el progresivo incremento de la tasa de actividad femenina y a resolver la llamada “crisis de los cuidados”. También cuidan de nuestros mayores.