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Editorial

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Un plan de paz contra Europa

El acuerdo bilateral de la Administración Trump y el Kremlin, de espaldas a Ucrania y a la UE, supone un golpe directo a los intereses de las democracias europeas y les obliga a encarar su futuro

Un plan de paz contra EuropaDPA vía Europa Press

EL plan de veintiocho puntos negociado entre la Administración Trump y el Kremlin como propuesta para poner fin a la guerra provocada enUcrania por la invasión rusa, representa una renuncia a los principios que han definido desde hace 80 años la seguridad europea. Elaborado sin incluir a Europa en su redacción, aunque sus consecuencias recaerán sobre el continente inevitablemente y sobre el proyecto de la Unión Europea muy concretamente, constituye un giro que obliga a repensar las relaciones transatlánticas. El acuerdo pretende que Kiev ceda el Donbás, reduzca su ejército, renuncie a la OTAN y prohíba tropas internacionales en su territorio. Todo ello sin garantías creíbles de que en nuevo escenario no redunde en dinámicas que se creían superadas tras la Guerra Fría, no siendo la menor de ellas la aceptación de una política de hechos consumados que asuma y premie la imposición por la fuerza. Para los Estados miembros de la Unión Europea (UE) las implicaciones de este escenario son alarmantes, en tanto el plan incluye acuerdos bilaterales que dan de lado los intereses europeos. Polonia, Alemania y otros Estados, además de la propia Comisión, advierten de que la seguridad europea está en juego. Temen que el reconocimiento a Rusia de lo ganado por la fuerza, facilite intensificar la guerra híbrida que ya practica contra las democracias occidentales, cuando no de futuras agresiones.

Otra lectura imprescindible es el impacto severo que sufre la arquitectura de seguridad europea, que ha tenido a Estados Unidos como pilar principal durante los últimos 80 años. La negociación bilateral entre Washington y Moscú, sin participación europea y como imposición a Ucrania, socava este fundamento. La Administración Trump no prioriza ya la alianza con Europa y esto va a obligar a la UE a desarrollar con más insistencia y velocidad sus capacidades defensivas autónomas. Alemania lo ha asumido ya al eliminar sus históricas limitaciones constitucionales para endeudarse en defensa, pero el debate de la prioridad no se ha resuelto: rearme inmediato –que equivale a adquirir material militar estadounidense– o desarrollo tecnológico propio, a más largo plazo. En cualquier caso, el proceder, el contenido y las consecuencias de la estrategia Trump-Putin son inasumibles para Europa.