Soberbia infantil - Es verdad que ella lo ha puesto bastante fácil, pero el nombre más escrito en las diatribas diestras durante esta semana ha vuelto a ser el de la ministra de Igualdad. Y no pocas veces, junto a la palabra soberbia. “Soberbia infantil, soberbia política, soberbia en definitiva, para no enmendar una ley que, con sus fisuras, lagunas o interpretaciones, está propiciando que centenares de víctimas se sientan en estos momentos vulnerables al saber que su violador, su acosador sexual, está en libertad”, le atizaba Inma Lucas en Vozpópuli.

Ministra ahogada - “La soberbia frágil”, titulaba Luis del Val su pieza de ABC, escrita entre la psiquiatría de todo a cien y las artes adivinatorias: “En este mes de enero, podemos observar la crecida de las aguas que llevará a ahogarse a una ministra, la que desoyó los consejos de los sabios, despreció los anuncios de los técnicos, y, con esa convicción de los soberbios, al creer que nunca se equivocan, redactó y puso en marcha una ley que produjo unos efectos contrarios a los deseados”.

“No dimitirá” - En El Mundo, Maite Rico le dedicaba su filípica, deslizando que solo las urnas desfacerán el entuerto: “Irene Montero no ha dimitido por mentir, ni por una ley chapucera, ni siquiera por haber fracasado en su gestión. Ahora bien, ¿dimitirá por dignidad, ahora que la facción socialista del Gobierno ha decidido reformar la ley (si las mujeres no importan, las encuestas electorales sí)? Tampoco Pedro Sánchez tiene autoridad moral para destituirla. Después de todo, él apoyaba esa ley, «ejemplo para el mundo». Creo más bien que nos corresponde a nosotros sacarlos con los votos”.

“Sectarismo histérico” - Tampoco el subdirector del digital ultracatólico El Debate, Luis Ventoso, alberga esperanzas ni de dimisión ni de destitución. Eso sí: sube la acusación de soberbia a algo que suena bastante más gordo, mientras señala a Sánchez: “Desde su burbuja de sectarismo histérico, Irene Montero continúa pretextando que toda la crisis atiende a «una ofensiva indecente de las derechas política, mediática y judicial». Pero no será destituida por su alteza Pedro El Débil. Primero, porque no puede. Segundo, porque al fin y al cabo él es el auténtico culpable del destrozo. Él es el presidente que dejó hacer a una indocumentada de dudoso equilibrio político y moral”.