Hace ya mucho que la ciática le impide bailar, pero Nacho Duato (Valencia, 1957) no lo echa de menos, baila a través de sus bailarines. Con 20 de ellos de entre 17 y 23 años llega este jueves 23 de octubre a Baluarte para abrir la temporada de Fundación Baluarte, un escenario en el que el coreógrafo, al frente del Teatro Mikhailovsky de San Petersburgo desde 2010, se estrena con su propia compañía. Llevará a escena Gnawa, Liberté, Na floresta y Cantus, coreografías que miran al Mediterráneo y al Magreb, que apelan a la resistencia de los pueblos oprimidos y ponen el foco en el sufrimiento de los niños en guerras y genocidios como el de Gaza.
PREGUNTA: El arte no puede ser ajeno al dolor del mundo, ¿no?
RESPUESTA: No. Yo empecé a hacer ballets más comprometidos cuando vivía cerca de Atocha, y al oír las bombas del atentado en la estación, ahí me di cuenta de que la danza no tenía que ser solo un instrumento para entretener, sino que podría servir para concienciar, y que tenía que hacer ballets más comprometidos con la sociedad y que atañesen más a los problemas del ser humano. Entonces empecé a hacer cosas sobre la tortura, el racismo, las drogas. El trabajo se volvió más introspectivo y oscuro, más maduro.
P: Ahora le mueve esa necesidad de libertad y de paz que tanto anhelamos, con las guerras que no cesan y el genocidio en Gaza.
R: Sí. El último ballet, Cantus, con música de Karl Jenkins, es un réquiem; yo lo veo como una liberación. Reflexiona sobre el horror de los niños en las guerras, porque los niños y los mayores son los que más sufren, en las guerras y en la vida en general. Cuando eres mayor te vuelves niño también y necesitas mucha ayuda. Ese ballet está dedicado a esa gente que a pesar de la guerra siguen siendo niños. Yo he estado en las puertas de Gaza viendo a los niños jugar entre los tanques de los israelitas. Estuve allí hace 25 años, porque esto no viene del 7 de octubre...
P: Usted tiene la guerra muy presente, vive parte del año en Rusia. ¿Qué les dice a aquellos que le tachan de incoherente por vivir parte del año allí?
R: No les escucho, hay gente que opina y no sabe, nunca ha estado en Rusia, no tiene ni idea de lo que habla, en fin. Si no sabes de lo que hablas, mejor callarte. Además, si nos ponemos así no podríamos bailar en ningún sitio, Estados Unidos está en guerra con mitad del mundo desde hace 40 años, España manda armas a Israel. Yo me he quedado en Rusia porque el arte está allí por encima de las guerras. Tengo 180 bailarines en Rusia, 30 de ellos son ucranianos y siguen bailando, muchos casados con rusos. La unión entre Rusia y Ucrania es muy fuerte, por eso me quedé.
“El verdadero bailarín y la buena coreografía te extrae del tiempo real y te lleva a otra dimensión; y esa es la danza que a mí me gusta”
P: Y porque en Rusia les gusta el ballet más que el fútbol, ¿no?
R: Más que el fútbol. Aparte que lo respetan, me respetan, entienden el ballet, hay un diálogo constante del coreógrafo y de los bailarines con el público, y hay un público fiel que viene todos los meses. Como quien va al Camp Nou a ver fútbol todas las semanas.
P: Muy diferente de lo que ha vivido en España.
R: Muy diferente, sí.
P: Putin ha ido a ver algunos de sus espectáculos.
R: Sí, pero no hablemos mucho de esto porque luego la gente lo interpreta mal, de modo que hablemos de baile.
P: ¿Sigue considerando que en España la cultura está "putrefacta", que es "un desierto", como ha dicho alguna vez?
R: Absolutamente. Mira, un detalle. Hace unos días estuve bailando en el Teatro de Málaga. Todo lleno desde hace semanas, un éxito increíble. No me vino a recibir el director del teatro, no sé quién es, no lo he visto. No han hecho programa. El director técnico tampoco estaba en el escenario... A mí eso me parece una barbaridad.
P: ¿Qué pasa aquí, es la ignorancia nuestro mayor mal?
R: La ignorancia y la dejadez, los teatros están descuidados. Se nota que dan menos dinero para cultura y más para los toros, debe de ser, o para empresas y hospitales privados. Porque los teatros están totalmente desmejorados. Hace 20 años que yo bailaba con mi compañía aquí, y ahora que vuelvo ni los han repintado ni remodelado ni nada. Es un horror.
P: Cuánto nos ha lastrado el franquismo, se nota en esa falta de cultura y de cuidado a la cultura.
R: Claro, sí, sí. Y no se resuelve con una generación, hacen faltan otros 50 años para que empecemos a hablar realmente la democracia. La democracia no existe todavía en España.
“No echo de menos bailar porque bailo a través de mis bailarines; me encanta estar con ellos, enseñarles, me dan mucha energía”
P: Ese franquismo sigue encarnado en actuales dirigentes de la derecha, y usted lo denuncia en vídeos virales, como los que ha dirigido a Ayuso.
R: Sí, sí. Yo digo lo que me pasa por la cabeza y no tengo pelos en la lengua. No me callo, no tengo miedo. La derecha me ha cancelado cinco espectáculos en Madrid por hablar contra ellos. Pero ahora en esta entrevista me gustaría hablar de danza. Me han llamado de muchas televisiones para ser tertuliano y les digo que no, porque soy un bailarín y hablo desde mi casa, cuando me apetece en Instagram, pero no soy tertuliano ni politólogo, no quiero sentarme a hablar de lo primero que me pregunten. Soy un ciudadano que da su opinión, nada más.
P: La política lo atraviesa todo...
R: Sí, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos todo es política. Y lo más político de todo es la religión.
P: ¿Le cansa esa polémica continua solo por decir lo que piensa?
R: Sí, solo por decir lo que pienso. El otro día lo puse en Instagram, a mí me da lo mismo que un presidente o una presidenta de tu comunidad sea de derechas o de ultraderecha, pero por lo menos que sepa hablar. Y que hablen con coherencia, pero decir mentiras y encima mal dichas..., porque es que no saben hablar. Si vas al parlamento, hay tres o cuatro que da gusto oírles. Me gusta Rufián, por ejemplo, me gusta a Patxi López. Pero hay gente que es imposible...
P: La danza es la metáfora de la vida, ha dicho en alguna ocasión. ¿Cómo la ve ahora mismo?
R: Sí, la danza es la metáfora de la vida pero con otro tiempo y en otra dimensión. Una vez en el escenario se vive así. Yo me imagino las abejas que liban en una flor y están todo el rato zumbando, están en otra dimensión y otro tiempo, no les importa; pues el verdadero bailarín y la buena coreografía te extrae del tiempo real y te lleva a esa otra dimensión. Y esa es la danza que a mí me gusta.
P: Por eso es tan liberadora, ¿no?
R: Sí, la danza es muy terapéutica. No sé si sabes que tengo una ONG en El Chad, la Fundación Fernando Fonseca, y operamos a niños de polio. ¿Y por qué estoy en esa ONG? Porque yo entro en el momento en que les amputan las piernas, les buscamos unas prótesis, y les hago la recuperación a base de música y de danza. Les hago visualizar imágenes, sube la pierna, coge una flor, baja y ponla en el suelo, mira la luna..., cosas así, y los niños se lo pasan muy bien y a veces recuperan el andar otra vez.
“En Madrid estoy feliz, pero qué le vamos a hacer, nos ha tocado gente muy de derechas que dice mentiras y mal dichas, es preocupante”
P: ¿Se va avanzando o todavía se mira raro al hombre o al niño que baila?
R: Cada vez menos. Ojalá mis padres hubieran sido tan abiertos conmigo como los que veo ahora. Son una maravilla y los niños y jóvenes son muy libres. Tengo un bailarín de 17 años y el otro día me decía: “le dije a mi padre: mira, yo soy gay y además quiero bailar”. Tú imagínate eso a mi edad. Digo yo eso y me pega una bofetada mi padre y me manda al otro lado de la casa. Ahora son gente muy libre, muy inteligente, no todo el mundo está con el móvil diciendo tonterías; la mayoría son gente muy sensible, muy concienciada con lo que está pasando, sobre todo quienes se dedican a la música, al canto, a la pintura, a la danza. Son gente más sensible. El cerebro les funciona de otra manera.
P: Esa sensibilidad no se valora como se debería en esta sociedad, ¿no?
R: La tecnología ha avanzado tan rápido que el ser humano va detrás de ella, vamos detrás en lugar de que la tecnología vaya de acuerdo con lo que nosotros necesitamos. ¿Y por qué todos estos avances? Para tenernos a todos atados por el cuello, para que consumamos, se ha vuelto una sociedad materialista, de gente cosificada que todos piensan igual, todos estamos en grupos, ya no hay diálogo, es una pena. Corremos el riesgo de que la gente se aleje de su corazón, y si uno se aleja de su propio corazón lo tiene muy difícil para experimentar la belleza y el arte, para escuchar una sinfonía una hora sentado tranquilo, y sobre todo, se vuelve muy difícil ir en busca de la verdad, ahora hay tanta mentira... pones la tele y te dice cinco mentiras en cinco minutos. Pero yo creo en la humanidad, el mundo se está despertando, África se está despertando, los indígenas en Sudamérica... Veo pequeños brotes de indignación que están muy bien.
P: ¿Cómo recuerda sus inicios en la danza, cuando con 17 años salió de España? ¿Salir fue una liberación?
R: Sí, fue la locura. Ahora es otro mundo. Yo me fui en tren 43 horas hasta Victoria Station, y ahora mismo un chiquito se coge un Vueling de estos por 50 euros y está ahí en dos horas y con el móvil: mamá, ya he llegado. Y la mamá con el FaceTime. Yo llegué a las 43 horas, no tenía apartamento ni dinero para llamar a mi madre. Éramos más valientes. Ahora se quejan más, se asustan si tienen una lesión, yo tenía una lesión y me ponía cebolla con un plástico y seguía bailando, y ahora hay que llevarles a urgencias, hacerles una radiografía, el médico les dice que no bailen... Pero yo nunca cambiaría mis principios. Sé que donde he llegado y todo lo que he hecho lo he hecho con mucho esfuerzo, nadie me ha ayudado.
“En España la cultura está putrefacta, se nota que dan más dinero a los toros, o a empresas y hospitales privados”
P: ¿Cómo es ahora su relación con la danza? ¿Cómo está de la ciática, le permite bailar?
R: No, me duele mucho la espalda, ya tengo 68 años. Bailé hasta los 54, que ya es mucho. Y no echo de menos bailar, porque bailo a través de mis bailarines. Me encanta estar con ellos, enseñarles. En abril estreno Raymonda, un ballet con 200 bailarines. Tengo 180 en Rusia, con la orquesta, grandes decorados... Y luego vengo aquí y es lo contrario, no tenemos un duro, vamos en autobús con 20 bailarines a teatros más pequeños, casi sin decorado, pero es muy bonito, me da mucha energía esa gente joven. Nos llevamos muy bien. En mi vida he chillado a un bailarín ni le he reñido ni le he dicho: no, eso es imposible; ellos mismos se tienen que dar cuenta. Así que tenemos muy buen ambiente.
P: Y si no baila a través de sus bailarines, pinta, lee, canta..., no se aburre.
R: (Ríe). Sí, canto, pinto... Ahora estoy pintando. En nuestra fundación se hizo un libro sobre la historia del fundador, Fernando Fonseca, que murió de un tumor en la cabeza hace seis años. Y yo he creado todas las ilustraciones para ese libro. Muy abstractas.
P: Desde que, como dijo, le “dieron la patada” de la Compañía Nacional de Danza, ¿cómo ve la formación?
R: Bueno, pues yo no voy a opinar, que opine la gente. Es bastante obvio lo que ha pasado. Vete a la calle y dile a la gente quién es la directora de la Compañía Nacional. No lo sabe nadie.
“En Rusia respetan el ballet, lo entienden, hay un público fiel que viene todos los meses, como quien va al Camp Nou a ver fútbol todas las semanas”
P: Aseguró en su día que nunca más iba a aceptar trabajar para proyectos en España.
R: Sí, porque soy de mucho pronto, pero bueno, luego hice Por vos muero y he hecho un par de cositas más, tres ballets desde que me fui, no he hecho nada más en Madrid. Y lo que tengo ahora es todo con dinero privado, no tengo ninguna subvención.
P: ¿Pasa tiempo al año en Madrid?
R: Sí, paso tiempo. Pero como viajo mucho... Solo en los últimos meses he estrenado en Ciudad del Cabo, Sudáfrica; en Mallorca, luego cerca de Madrid, en Bucarest, México... Más de una semana no paso en Madrid. Estoy dos semanas en Rusia, una en Madrid y otra donde me toca estrenar.
P: ¿Y en Valencia, su otro hogar?
R: En Valencia tengo un pied-à-terre porque ahí están mis hermanas, mis sobrinos, y es mi ciudad y me encanta estar ahí. Me fui de Valencia a los 17 y nunca volví, solo por Navidad tres días. Yo ahora mismo me pierdo por Valencia. Me hicieron hijo predilecto, me gusta mucho la ciudad, la gente es muy simpática. Hay mucho turista, pero bueno.
P: Su hogar es entonces el mundo, o la danza, se podría decir.
R: Bueno, en Madrid es donde tengo mis libros, mis cosas y donde más me gusta estar. Cuando llego a Madrid estoy feliz.
P: Y por ese vínculo especial que tiene con Madrid, le hierve ver lo que se hace allí políticamente, ¿no?
R: Sí, Madrid es una ciudad muy bonita porque es de todos, acoge muy bien a cualquiera. Hay mucha mezcla. Pero nos ha tocado gente muy de derechas, qué le vamos a hacer. A mí no me importa que sean de derechas, pero que sean coherentes, lo que he dicho antes, que sepan hablar, pero es que esta señora que tenemos es realmente preocupante. Está enloquecida.
P: Volviendo a la actuación con su compañía en Pamplona, ¿qué le gustaría que se llevase el público?
R: Bueno, por lo menos estarán dos horas sentados y sin opción de mirar el móvil ni la tele. Entonces, que escuchen la música de Villa-Lobos, el primer ballet es con música del Magreb que me encanta, mira que ahora están con los inmigrantes diciendo que se vayan, los quieren mandar a todos fuera porque dicen que son los que vienen aquí a robar y violar a la gente... Pues tengo música del norte del Magreb donde se grita yalla habibi inshallah y cosas árabes que me encantan. Y en el final, pues que reflexionen un poco sobre los niños de todas las guerras. Las imágenes son más de Gaza porque últimamente nos han acribillado con esas imágenes tan terroríficas. Por lo menos en esa media hora que dura el ballet, me imagino que la gente piensa. Yo lo hago todo desde mucha distancia, no soy nada anecdótico ni nada obvio ni dogmático, pero se nota muy bien de lo que estoy hablando, de una manera sutil, y eso a la gente le gusta porque pasa más en su cerebro de lo que ven en el escenario. Lo que hay que hacer con la danza es pincharles, producirles una sensación y ellos mismos ven sus propias imágenes. Detonar, hay que detonarles, y espero que se dejen llevar.