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De la plaza de Elizondo

Sí, en Elizondo teníamos una plaza, una plaza en la que hace cien años estaba la iglesia y hace cincuenta Ardandegia. Tuvo un suelo empedrado de losas grandes, la mayor parte de ellas desaparecidas en las obras de los años ochenta, sustituidas por finas lajas, irregulares y de ínfima calidad. Teníamos una plaza con un kiosco tradicional, sustituto del que la presidió a primeros del siglo pasado, kiosco que entraba en la cincuentena en muy deficiente estado, en total desuso y sufriendo su anual violación para acoger las orquestas musicales.

En la plaza de Elizondo se jugaba a guante, cuando la llamaban Gurutze aldeko plaza daba cobijo al crucero del Camino de Santiago que hoy preside el cementerio, en ella se estrenó la fuente en honor a Jaime Urrutia que, tras peregrinaje elizondarra, hoy abastece en los jardines de la iglesia. ¿Cuál era la tradicional plaza de Elizondo? ¿La que teníamos hasta hace dos años? Urinario descontrolado, espacio invadido por vehículos, símbolo de modernidad para algunos. ¿La que albergaba la iglesia, Ardandegia, el crucero, la fuente, la plaza de laxoa, la fuente y el kiosco original?

Sí, hoy en Elizondo tenemos una plaza nueva, un espacio rodeado de espléndidas construcciones, de edificios palaciegos, centro administrativo, popular y festivo. Con el nuevo formato las personas serán protagonistas, recuperan el espacio perdido, una plaza accesible y funcional para los visitantes del valle, sí, para los más y los menos asiduos también, y sobre todo para elizondarras y baztandarras que tuvieron la opción de elegir entre cuarenta y cuatro proyectos en un proceso democrático y participativo nunca antes conocido en Baztan, donde antaño lo habitual era que las decisiones las tomaran entre cuatro varones cabeza de familia, mediocre versión de la tradición.

Quizá la nueva plaza merezca un tiempo para habituarnos, quizá.